Index   Back Top Print

[ ES ]

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON MOTIVO DEL VI CENTENARIO DE LA LLEGADA
DEL PUEBLO GITANO A ESPAÑA

[enero 1425-2025]

__________________________________________________

 

Queridos primos y primas, tíos y tías,
querido Pueblo Gitano de España:

En 2025 conmemoramos los 600 años de vuestra presencia en España. Quisiera aprovechar esta oportunidad para mostrarles mi afecto, reconocer sus valores y animarlos a afrontar el futuro con esperanza.

Soy consciente de que vuestra historia ha estado marcada por la incomprensión, el rechazo y la marginación. Pero, incluso en los momentos más duros, ustedes han descubierto la cercanía de Dios. En efecto, Dios peregrina en la historia con la humanidad y se ha hecho nómada con el pueblo gitano. El Niño Manuel —como llaman a Dios con nosotros— también nació en Belén bajo el signo de la persecución y la itinerancia.

Asimismo, es justo reconocer el esfuerzo realizado en las últimas décadas por el pueblo gitano, por la Iglesia y por la sociedad española en su conjunto, para emprender un camino nuevo hacia una inclusión respetuosa con vuestras señas de identidad. Este camino ha producido no pocos frutos, pero hay que seguir trabajando, porque todavía hay prejuicios que superar y situaciones dolorosas a las que hacer frente: familias que pasan necesidad y no saben cómo ayudar a sus hijos con problemas, chavorrillos que tienen dificultades para estudiar, jóvenes que no encuentran trabajos dignos, mujeres que sufren discriminación en sus familias y en la sociedad.

Quisiera que resonara en vuestros corazones aquel mensaje inolvidable de san Pablo VI, pronunciado en Pomezia en 1965 ante miles de gitanos y gitanas del mundo entero: «Ustedes están en el corazón de la Iglesia». Son hijas e hijos amados de Dios. Son hijos muy queridos de Santa María, la Majarí Cali, a la que acuden pidiendo amparo y protección.

Son hijos de la Iglesia, de esta Iglesia en la que muchas personas, gitanas y payas, se han comprometido con responsabilidad y cariño por el desarrollo integral del pueblo gitano; de esta Iglesia que desea seguir abriendo sus puertas de par en par, para que todos podamos sentirnos en ella como en casa; una Iglesia en la que ustedes puedan crecer en su fe cristiana sin renunciar a los mejores valores de su cultura. Gracias a todas las personas que han trabajado y siguen trabajando decididamente para que este deseo sea una realidad cada día más patente. Dios no se deja ganar en generosidad y hará fructificar el cariño y el tiempo que dedican a la Pastoral con gitanos.

La Iglesia ha redescubierto, en la celebración del reciente Sínodo, la importancia de caminar juntos. Caminen juntos con sus obispos, con los responsables de las delegaciones y secretariados de pastoral gitana, en sus parroquias y en las cofradías y asociaciones en las que participan. Caminen juntos desde las diversas realidades diocesanas, con el apoyo del Departamento de Pastoral de la Conferencia Episcopal Española.

Caminemos juntos, porque en la Iglesia la fuerza del Evangelio purificará y engrandecerá sus valores y su cultura. Tienen mucho que aportar a la Iglesia y a la sociedad: el aprecio a las personas mayores y el sentido de familia, que se hace más fuerte en los momentos de dificultad; el cuidado por la creación, representada en vuestra bandera por el azul del cielo y el verde de la tierra; nuestra condición de peregrinos hacia la patria del cielo, simbolizada en la rueda de los carros en los que se desplazaban sus antepasados; la capacidad para mantener la alegría y hacer fiesta aunque haya nubarrones en el horizonte; el significado del trabajo —tantas veces malentendido— como un medio para vivir y no tanto para acumular. Muchos de los valores que los identifican como pueblo no sólo son evangélicos, sino también proféticos y contraculturales en estos momentos.

Por eso, los invito a que caminemos juntos para evangelizar, para contagiar la alegría de vivir la fe, la esperanza y el amor cristianos, especialmente a los jóvenes que tienen dificultad para encontrar a Dios dentro y fuera de la Iglesia católica. Caminemos juntos para conformar comunidades de «discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24). Con sus palabras, compromiso y fraternidad, sean peregrinos de esperanza para tantas personas que han perdido la alegría de vivir. Muestren desde su experiencia la cercanía de Dios, que «quiere venir en las pequeñas cosas de nuestra vida, quiere habitar las realidades cotidianas, los gestos sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la escuela, en el trabajo; Dios quiere realizar, en nuestra vida ordinaria, cosas extraordinarias» (Homilía en la Santa Misa de Nochebuena, 2021).

Caminemos juntos y mantengamos abiertas las puertas de nuestras comunidades a los primos y primas que ya no celebran la fe en la Iglesia católica, ofreciéndoles siempre la amistad y el diálogo propios de quienes estamos llamados a vivir en fraternidad, más allá de nuestras diferencias.

Miremos hacia adelante con esperanza, siguiendo la estela de los beatos Emilia Fernández Rodríguez, la canastera, y Ceferino Giménez Malla, el tío Pelé. Aunque no lo pretendieron, ellos fueron y siguen siendo maestros de fe y de vida para gitanos y payos, como tantas personas humildes que abren su pequeñez con confianza a la grandeza de Dios. Desgranando los misterios del Rosario, ambos beatos nos recuerdan la importancia de la oración, del encuentro con Dios, fuente de alegría, fraternidad, esperanza y caridad. Los dos arriesgaron y perdieron sus vidas por amor a Dios y buscando el bien de otras personas: el tío Pelé por defender a un sacerdote detenido injustamente, la canastera por proteger a sus catequistas. Tanto el uno como el otro fueron humildes y valientes misioneros: Ceferino fue catequista de un grupo de niños, a los que reunía en las afueras de la ciudad de Barbastro, y Emilia transmitió su fe incluso a sus compañeras de prisión en Almería. Ceferino, finalmente, destaca como modelo de fraternidad pues, en una sociedad tan polarizada como la de su tiempo, supo sembrar concordia y solidaridad entre los suyos, mediando también en los conflictos que a veces han empañado las relaciones entre payos y gitanos.

Al finalizar este mensaje, hago mías algunas palabras de vuestro himno: Opre Roma isi vaxt akana (¡Arriba Gitanos! Ahora es el momento). Es el momento de continuar haciendo camino, de ofrecer lo mejor de ustedes mismos, de transmitir la ternura de Dios, que celebramos y acogemos en Navidad. Es el momento de anunciar, con la fuerza del Señor Jesús, «el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 128).

Querido Pueblo Gitano de España, recen por mí, que yo rezo por ustedes, que Undebel los bendiga, muy especialmente a los tíos y tías enfermos. Devlesa romá (Dios sea con los gitanos).

Roma, San Juan de Letrán, 9 de diciembre de 2024

FRANCISCO



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana