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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DEL MOVIMIENTO "DIACONÍA DE LA BELLEZA"

Sala del Consistorio
Sábado, 24 de febrero de 2018

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Queridos amigos:

Os doy la bienvenida con motivo del Simposio que habéis organizado en Roma con ocasión de la fiesta del Beato Fray Angélico. Agradezco al arzobispo Robert Le Gall las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. A través de vosotros deseo expresar mi cordial saludo a todos los artistas que intentan que la belleza resplandezca, mediante sus talentos y su pasión, así como a las personas en condición de fragilidad que se restablecen gracias a la experiencia de la belleza en el arte.

El Papa Juan Pablo II escribía en su Carta a los artistas: «El artista vive una relación peculiar con la belleza. En un sentido muy real puede decirse que la belleza es la vocación a la que el Creador le llama con el don del “talento artístico”.Y, ciertamente, también éste es un talento que hay que desarrollar según la lógica de la parábola evangélica de los talentos (cf. Mt 25, 14-30)» (4 de abril de 1999, n 3). Esta convicción ilumina la visión y la dinámica propias de la “Diaconía de la belleza”, que echó raíces aquí, en Roma, en el momento del Sínodo sobre la nueva evangelización, en octubre de 2012. Junto con vosotros, doy gracias al Señor por el camino recorrido y por la variedad de vuestros talentos, que Él os llama a desarrollar al servicio del prójimo y de toda la humanidad.

Los dones que habéis recibido son, para cada uno de vosotros, una responsabilidad y una misión. En efecto, se os pide que trabajéis sin dejaos dominar por la búsqueda de la gloria vana o la popularidad fácil, y todavía menos por el cálculo, a menudo mezquino, de la ganancia personal. En un mundo en el que la técnica es a menudo entendida como el principal recurso para interpretar la existencia (cf. Enc. Laudato si’, 110), vosotros estáis llamados, mediante vuestro talento y recurriendo a las fuentes de la espiritualidad cristiana, a proponer «un modo alternativo de entender la calidad de vida, a [alentar] un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo» (ibíd., 222), y a servir a la creación y la protección de “oasis de belleza” en nuestras ciudades a menudo cementadas y sin alma. Vosotros estáis llamados a dar a conocer la gratuidad de la belleza.

Por lo tanto, os invito a desarrollar vuestros talentos para contribuir a una conversión ecológica que reconozca la dignidad eminente de cada persona, su valor peculiar, su creatividad y su capacidad para promover el bien común. Que vuestra búsqueda de la belleza en lo que creáis esté animada por el deseo de servir la belleza de la calidad de vida de las personas, su adaptación al ambiente, el encuentro y la ayuda mutua. (cf. ibid., 150). Por lo tanto, os aliento a que en esta “Diaconía de la Belleza”, promováis una cultura del encuentro, a construir puentes entre las personas, entre los pueblos, en un mundo donde todavía se levantan tantos muros por miedo a los demás. Preocupaos también por atestiguar, en la expresión de vuestro arte, que creer en Jesucristo y seguirlo «no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas» (Ex. Apost. Evangelii Gaudium, 167). La Iglesia cuenta con vosotros para hacer perceptible la belleza inefable del amor de Dios y para hacer que cada uno descubra la belleza de ser amado por Dios, de ser colmados con su amor, para vivir de él y dar testimonio en la atención a los demás, especialmente aquellos que están excluidos, heridos, rechazados en nuestras sociedades.

Mientras os encomiendo al Señor, por intercesión del Beato Fray Angélico, os imparto la bendición apostólica así como a todos los miembros de la “Diaconía de la Belleza”. ¡Gracias!


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 24 de febrero de 2018.

 



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