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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS VOLUNTARIOS DE LA OBRA DE PROMOCIÓN DE LA ALFABETIZACIÓN EN EL MUNDO

Sala Clementina
Lunes, 23 de enero de 2023

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Queridos amigos de la OPAM, ¡buenos días y bienvenidos todos!

Doy las gracias al presidente por el saludo dirigido en nombre de todos vosotros. Es significativo el hecho de que tú, Don Robert, seas antes que nada un testigo, porque cuando eras niño has podido estudiar gracias a la ayuda de la OPAM. No podías imaginar que un día estarías en Roma dirigiendo esta obra… ¡Son las sorpresas de Dios! Pero Dios quiere tener necesidad de nuestra solidaridad.

Hace poco habéis celebrado los 50 años de cuando Don Carlo Muratore dio vida a este servicio, porque, en su experiencia misionera, se había dado cuenta de que una parte esencial de la evangelización y de la promoción humana es la educación. Eran los años en los que Pablo VI  escribió la encíclica Populorum progressio, indicando en términos claros el desarrollo como vía de la paz. Y no puede haber desarrollo humano integral sin educación. Damos gracias a Dios por el celo apostólico de Don Carlo, por su gran corazón y su mente abierta. Como también por su sucesor Don Aldo Martini, que ha guiado la Obra durante veinte años, aceptando las solicitudes que venían de la realidad histórica y del magisterio de la Iglesia. Y el mismo agradecimiento va para los colaboradores y para los numerosos voluntarios y simpatizantes, que en estos 50 años han permitido a la OPAM realizar y llevar adelante miles de proyectos y adopciones a distancia en más de ochenta países.

Deseo retomar el llamamiento de la Populorum progressio. Cuando releemos estos grandes documentos pontificios de los años sesenta —lo mismo vale para la Pacem in terris de san Juan XXIII— nos damos cuenta de cuánto son actuales y de cuánto, lamentablemente, la recepción de su mensaje todavía no es plena. Sí, de palabra, muchos han expresado consentimientos, pero de hecho el modelo de desarrollo no ha cambiado, hasta hoy. Lo que significa que, a pesar de las muchas y generosas obras de solidaridad realizadas a nivel civil y eclesial, las causas del subdesarrollo no han sido eliminadas. Bien, vuestro trabajo apunta precisamente a eliminar una de las causas del subdesarrollo, que es precisamente el analfabetismo. Escribía Pablo VI: «La educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo. Efectivamente el hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos» (n. 35). De hecho, he visto que en vuestro logo está escrito: OPAM – Pan de la educación. Sí, es así. Y el Papa añadía: «Nos alegramos del gran trabajo realizado en este dominio por las iniciativas privadas, los poderes públicos y las organizaciones internacionales: son los primeros artífices del desarrollo, al capacitar al hombre a realizarlo por sí mismo» (ibid.). Así es, aquí está incluido vuestro trabajo.

Ahora quisiera deciros: el “sueño” de la Populorum progressio es el mismo que el de la encíclica Fratelli tutti. Es el sueño de la Iglesia, o mejor, el sueño de Dios, que quiere un mundo en el que todos podamos vivir como hermanos y hermanas, en plena dignidad. Os doy las gracias porque con vuestro empeño cotidiano cooperáis a realizar este sueño «de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras» (Fratelli tutti, 6). Cuando vosotros, en colaboración con tantos misioneros y misioneras que trabajan “sobre el terreno”, estudiáis y realizáis un proyecto educativo, o de apoyo escolar, o de las adopciones a distancias, vosotros contribuís a «gestar un mundo abierto» (ibid., 87), donde «todos sean acompañados en el recorrido de sus vidas, no sólo para asegurar sus necesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí» (ibid., 110).

Por esto, queridos hermanos y hermanas, ¡id adelante! Tratad de mantener alta la calidad de vuestra acción, para que siempre sea promocional. Alimentadla continuamente con la linfa del Evangelio, para que el Espíritu Santo tenga viva la inspiración, las motivaciones y el estilo de vuestro compromiso. La Virgen os acompañe y os done la alegría de “ir deprisa” al encuentro de tantas situaciones que necesitan ayuda. De corazón os bendigo a vosotros y a todos aquellos que de cualquier manera colaboran con la OPAM. Y os pido por favor que recéis por mí.

¡Gracias!



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