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VIAJE APOSTÓLICO A EXTREMO ORIENTE

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 22 de febrero de 1981
Baguio City (Filipinas),

 

Durante esta visita he podido reunirme con un grupo de enfermos de las Islas Filipinas; he sido confortado por sus sonrisas y sus oraciones. Antes de dejaros, sin embargo, deseo decir a todos los enfermos y a todos los que sufren cuán cercano estoy a vosotros en la oración. Deseo tender mi mano a todos en cada hogar, en cada hospital, en cada esquina de estas islas, dondequiera que estéis, para manifestaros mi aliento, pero sobre todo para disponeros una vez más al amor eterno del Sagrado Corazón de Jesús. Hay muchos que no han podido venir hasta mí, pero yo ruego para que, ahora mi mensaje pueda llegar hasta cada uno de vosotros. Recordad que Jesús, aún en sus momentos de sufrimiento, era consolado por la presencia de su Padre. Él nos dijo que su Padre estaba con Él: Yo no estoy solo, Él me consuela. Él está conmigo, Él nunca me ha dejado solo.

Y amadísimos hermanos y hermanas, ello es igual para vosotros: no estáis solos, nunca podéis estar solos, Jesús y su Padre están con vosotros. E incluso si os sintierais solos nunca estaréis sin este elemento de sacrificio que Jesús utiliza para introducir su dimensión en las vidas de muchas personas. Enfermos de las Filipinas, que el amor de Jesucristo os sostenga en la esperanza y en la realización de la gran contribución que podéis hacer a los hombres al unir vuestros sufrimientos a los de Jesús. Que la bienaventurada Virgen María os ayude con su amor paternal y sea para cada uno de vosotros un consuelo en vuestra aflicción y la causa de vuestra alegría.

 



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