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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 19 de agosto de 1984

 

1. La Iglesia pide hoy por todos los pueblos de la tierra. Lo manifiesta la liturgia de la Santa Misa y, en particular, el Salmo y el versículo responsorial:

"Oh Dios, que te alaben los pueblos, / que todos los pueblos te alaben".

2. Con las palabras del Salmo pedimos ante todo la bendición de Dios y la salvación para todos los pueblos:

"El Señor tenga piedad y nos bendiga, / ilumine su rostro sobre nosotros: / conozca la tierra tus caminos, / todos los pueblos tu salvación" (Sal 66/67, 2-3).

Al final de su misión mesiánica en la tierra, Cristo Señor envió a los Apóstoles, para que enseñasen "a todas las gentes" (cf. Mt 28, 19); a fin de que todos conociesen la Buena Nueva, esto es, el camino de la salvación, que Dios, en su eterno amor, ha trazado a los hombres y a los pueblos.

3. El Salmo continúa luego con las siguientes expresiones:

"Que canten de alegría las naciones, / porque riges la tierra con justicia, / riges los pueblos con rectitud / y gobiernas las naciones de la tierra... / Que Dios nos bendiga; que le teman / hasta los confines del orbe" (vv. 5. 8).

El Creador dio a los hombres y a las sociedades humanas el entendimiento y la prudencia: en cierto sentido, el hombre es "providencia" para sí mismo. Sin embargo, esta "providencia" humana es limitada. Igual que es limitada la justicia humana.

La Iglesia invoca la justicia de Dios que es definitiva y misericordiosa para los pueblos, las naciones y la humanidad. Dios guía a la humanidad por el camino de la salvación, o sea, de la justificación en Jesucristo.

La Iglesia invoca la misericordiosa Providencia divina para las naciones y para toda la humanidad, a fin de que, protegidas del multiforme mal que las amenaza, puedan encontrar el camino de la salvación: el camino de la justicia y de la paz.

Deseamos ardientemente que María Santísima ―especialmente durante el Ángelus― sostenga nuestra plegaria, que es la oración de la Iglesia; Ella que en Jesucristo es Madre de los hombres y de los pueblos.


Después del Ángelus

Saludo a los peregrinos de lengua española, presentes en esta plegaria del Ángelus. Que la Virgen Santísima, nuestra Madre, nos ayude a dar testimonio de una vida cristiana auténtica, manifestada con nuestro amor a los demás. A vosotros y a vuestras familias imparto cordialmente mi Bendición Apostólica.



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