JUAN PABLO II
REGINA CAELI
Rávena, domingo 11 de mayo de 1986
1. "María no cesará de pedir por nosotros: Señor, consérvanos la heredad de los padres...".
Con estas palabras de un canto de Moravia, saludo hoy a todos los que se unen a nosotros en la oración común del "Regina coeli", que rezamos desde la antiquísima ciudad de Ravena, al final de una solemne celebración, en la que han estado presentes varios obispos de toda Europa Occidental y Oriental, y diversas representaciones del Parlamento Europeo.
2. El significado de nuestro encuentro de hoy hay que buscarlo ante todo en la "herencia de los padres", es decir, en la historia de Ravena: ella vivió en el pasado una función fundamental en las relaciones entre Oriente y Occidente, especialmente cuando, en el siglo V, siendo capital del imperio, se convirtió en el trámite más directo para las relaciones con Constantinopla. Al mismo tiempo, Ravena fue centro y polo de atracción de las poblaciones germánicas, góticas y del Danubio, y por lo mismo se hizo centro de fusión de las nuevas culturas con la cultura romana. A través de Ravena y de las ciudades del alto Adriático en relación con ella, la forma politico-religiosa de los reinos que procedían del Norte quedó ampliamente influenciada por la tradición griega, bizantina y romana, y, por lo mismo, cristiana.
3. Es posible que en su peregrinación desde Venecia a Roma, llamados por el Papa, se detuvieran en el puerto de Ravena los Santos Cirilo y Metodio, los apóstoles de los pueblos eslavos.
También desde este lugar, recordando el centenario de la muerte de Metodio, quiero dirigir un pensamiento especial a los dos Santos hermanos, Patronos de Europa.
Su carisma peculiar se ha hecho hoy todavía más claro, a la luz de las situaciones y de las experiencias propias de nuestra época. Herencia de los padres, para nosotros es también la heredad espiritual de esos dos grandes heraldos del Evangelio. Consiste en una invitación a construir Europa como comunidad de hombres, y no sólo como expresión geográfica de una pluralidad de naciones. La heredad histórica de Ravena nos llama a construir una nueva Europa, enriqueciéndola de un espíritu, de un ideal, de un alma, Ya que no puede existir una verdadera comunidad humana sin esos valores culturales y espirituales por los que el hombre se hace más hombre. La tarea que nos corresponde es saber asumir los grandes valores de la cultura cristiana, aquí ampliamente testimoniados, para traducirlos en el contexto de la vida de nuestro continente.
4. Con motivo de esta heredad quiero invitar también desde Ravena a toda Europa y al mundo a buscar la unión, el entendimiento, la fraternidad, la colaboración, superando las formas de particularismo egoísta, de exclusivismo ético, o de prejuicios raciales, que engendran discordia y pueden desembocar en agresiones y guerras. El mensaje cristiano, que en estos famosos mosaicos posee una impresionante exaltación cristocéntrica, diga a todos los hombres que la paz de Cristo se ofrece al mundo entero: paz que es don de Dios y expresión de su infinita caridad, de su eterno amor.
María, que "no cesa de pedir por nosotros", nos obtenga poder gozar de este precioso don de Cristo glorioso.
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