JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Lunes 29 de junio de 1987
Solemnidad de San Pedro y San Pablo
"O Roma felix, quae tantorum Principum es purpurata pretioso sanguine".
1. La célebre estrofa del himno sagrado brota espontánea de nuestros corazones en esta solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, precisamente en esta ciudad, centro del catolicismo, donde ellos murieron mártires por su fe en Cristo: "Dichosa tú que fuiste ennoblecida, oh Roma, con la sangre preciosa de estos Príncipes, y que, vestida con tan regia púrpura, excedes en nobleza a cuanto existe".
Roma se regocija por esta solemnidad; y se alegra de que haya vuelto a ser también fiesta civil. La solemnidad de los dos Príncipes de los Apóstoles es ciertamente muy popular en Roma: su origen es antiguo, y desde el siglo tercero la fecha siempre fue el 29 de junio.
2. Un mismo día está consagrado a recordar a los dos Apóstoles, si bien fueron martirizados en días distintos. Pero los dos anunciaron el Evangelio en Roma y los dos derramaron su sangre en esta ciudad.
Con la misma fe de Pedro somos hoy invitados a dirigirnos a Jesús, el Divino Maestro, diciendo: "¡No nos separaremos de Ti, Señor! ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna: nosotros hemos creído y hemos conocido que Tú eres el Santo de Dios!" (Jn 6, 68-69). Y al escuchar la palabra inspirada de Pablo, comprometámonos de modo que podamos decir también nosotros un día: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe" (2 Tim 4, 7).
3. Quiero invitaros hoy a rezar a los Santos Pedro y Pablo por la ciudad de Roma para que, especialmente a través del próximo Sínodo pastoral diocesano, conserve siempre viva su herencia.
Recemos además por la Iglesia universal, para que sea siempre "columna y fundamento de la verdad".
Y recemos por toda la humanidad para que la gracia divina ilumine a tantos hermanos y los llame a la única verdad, vivida y predicada con intrépido ardor por los Santos Pedro y Pablo.
Que nos asista también la Virgen Santísima, Reina de los Apóstoles.
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