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VIAJE APOSTÓLICO A ESLOVENIA

JUAN PABLO II

REGINA COELI

Domingo 19 de mayo de 1996

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra rezar hoy con vosotros la oración mariana del Regina coeli al término de una celebración litúrgica tan solemne. Y junto con vosotros me dirijo con confianza a María, encomendándole a Eslovenia, que celebra el 1.250 aniversario de su evangelización. Estos son días de acción de gracias al Señor por el tesoro inestimable de la fe.

El cristianismo ha impreso en la cultura eslovena una huella indeleble, y el texto escrito más antiguo en lengua eslovena es, precisamente, una oración.

Eslovenia, ilustre nación situada en el centro de Europa, sé fiel al Evangelio que has recibido. Sé levadura de concordia y de convivencia pacífica entre los pueblos.

2. Amadísimos hermanos y hermanas, vuestra tierra, consagrada por innumerables iglesias blancas, por capillas y cruces, todavía hoy nos dice que aquí vive un pueblo de firmes raíces cristianas. Muchas de vuestras iglesias están dedicadas a María, la Madre de Dios. Son el signo de que los eslovenos, en el curso de su historia, han querido unir sus alegrías a las de María y sus sufrimientos a los dolores de ella.

Me hago espiritualmente peregrino con vosotros hacia vuestros santuarios marianos: hacia el de la Virgen Auxiliadora de Brezje; el de la Asunción, en Sveta Gora, y el de la Virgen de Ptujska Gora, a la que invocáis como Reina de los eslovenos. En el Año mariano, vuestra nación se consagró a ella. A la Viren María, en este mes dedicado a ella, se dirige hoy mi gratitud y mi oración por todos vosotros.

3. Amadísimos hermanos, os encomiendo a la Madre de Dios, presente entre los primeros miembros de la Iglesia que nacía el día de Pentecostés. María permaneció en oración junto con los Apóstoles. María participa constantemente en la evangelización y en la misión de la Iglesia. «Precede a todo el pueblo en la peregrinación de la fe» (cf. Lumen gentium, 58). ¡También os precede en este camino a vosotros, cristianos eslovenos!

María es nuestra alegría y nuestra esperanza, porque de ella nos ha venido la luz del mundo. Que desde Brezje, desde Sveta Gora y desde Ptujska Gora, María vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos y, después de este destierro, nos muestre a Jesús, el fruto bendito de su vientre.



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