JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 5 de julio de 1998
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. El próximo martes, 7 de julio, se publicará la carta apostólica Dies Domini sobre la santificación del domingo. La firmé el 31 de mayo, día de Pentecostés, para subrayar que es fruto especial de este año que, en la preparación inmediata del jubileo, está particularmente dedicado a la reflexión sobre el Espíritu Santo.
En efecto, el Espíritu Santo es quien propone continuamente a la memoria de la Iglesia las riquezas del misterio de la Redención y ayuda a los creyentes de cada generación a redescubrirlas y vivirlas.
Entre las prioridades urgentes hoy en la vida de la comunidad cristiana figura, precisamente, el redescubrimiento del domingo. En efecto, muchos corren el riesgo de considerarlo y vivirlo sólo como «fin de semana». Pero el domingo es algo muy diferente: es el día semanal en el que la Iglesia celebra la resurrección de Cristo. ¡Es la Pascua de la semana! Por eso, es por excelencia el «día del Señor», como recuerda el nombre mismo de «domingo», conservado en italiano y en otras lenguas, en correspondencia con el latín «dies dominica» o «dies Domini».
2. En obediencia al tercer mandamiento, el domingo debe ser santificado, sobre todo con la participación en la santa misa.
En otro tiempo, en los países de tradición cristiana, esto se veía facilitado por el ambiente cultural. Hoy, para ser fieles a la práctica dominical, es preciso a menudo ir «contra corriente».
Por eso, es necesaria una renovada conciencia de fe.
¡No tengáis miedo, queridos hermanos, de abrir vuestro tiempo a Cristo! El tiempo que le dedicamos, no es tiempo perdido; al contrario, es tiempo ganado para nuestra humanidad, es tiempo que infunde luz y esperanza en nuestros días.
Con esta carta apostólica quisiera dirigirme, en primer lugar, a los pastores, compartiendo con ellos esta fundamental solicitud pastoral. Además, en cierto sentido, quisiera dialogar con el corazón abierto con todos y cada uno de los fieles, como suelo hacer durante las visitas que realizo a las parroquias de Roma. Yo mismo me propongo volver a tratar este tema en los próximos encuentros dominicales del Ángelus.
Os ofrezco idealmente este nuevo documento a todos vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, al comienzo de este tiempo de vacaciones, de legítimo descanso que, sin embargo, no significa tiempo «vacío». ¿Por qué no os lleváis este librito y le dedicáis algunas horas de serena lectura? Podría llegar a ser, por lo menos en algunos aspectos, un «descubrimiento» interesante.
3. Oremos a la Virgen santa para que haga que la comunidad cristiana esté dispuesta a acoger el mensaje de esta carta apostólica. Que impulse a los fieles a interrogarse sobre el modo de vivir el domingo, y aliente a los pastores a dar a este tema todo el relieve que merece, a pesar de las dificultades propias de nuestro tiempo. También esto será una valiosa contribución a la celebración del gran jubileo.
* * *
Después del Ángelus
El sol de estos días nos recuerda que ha llegado de nuevo el período de las vacaciones. También el Papa partirá, el miércoles por la tarde, para pasar algunos días de descanso y reflexión en Lorenzago, en Cadore. Por tanto, esta ventana permanecerá cerrada hasta después del verano.
Os deseo a todos unas vacaciones que os sirvan de descanso para el cuerpo y, al mismo tiempo, de fortalecimiento para el espíritu.
¡A todos mi saludo más cordial!
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