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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 19 de marzo de 2000
Jubileo de los Artesanos

 

1. Antes de concluir esta solemne celebración eucarística, nos disponemos a rezar la plegaria del Ángelus en unión espiritual con san José, esposo de la Virgen María y custodio del Redentor. Aunque este año su fiesta litúrgica se aplaza a mañana, vosotros, queridos artesanos, habéis celebrado hoy vuestro jubileo en homenaje al Patrono de los trabajadores. Os saludo a todos con gran afecto y os pido que llevéis mi bendición a vuestros hogares y a vuestros ambientes de trabajo.

La fiesta de san José nos invita a recordar en particular a los padres, que encuentran en él un gran modelo evangélico. Deseo asegurar una oración especial por cada padre de familia, desde el anciano, que ha conocido la alegría de convertirse en abuelo, hasta el joven, que quizá espera con emoción su primer hijo. Quiera Dios que todos los padres, como san José, sean hombres justos, dispuestos a cualquier sacrificio por el bien de su familia. Y que el amor de su esposa e hijos los recompensen por sus esfuerzos.

2. Queridos hermanos y hermanas, ahora quisiera pediros que oréis por algunas intenciones específicas. El próximo viernes, día 24 de marzo, recordaremos con una especial Jornada de oración y ayuno a los misioneros que han derramado su sangre por el Evangelio. También el año 1999 estuvo marcado por el sacrificio de más de treinta hermanos y hermanas: sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y laicos, comprometidos activamente en la evangelización. Con su testimonio elevan a Dios la invocación del perdón y la reconciliación. Que su ejemplo sea para todos motivo de estímulo y apoyo en el camino de conversión del Año santo. Recordémoslos en la oración junto con cuantos siguen trabajando con gran valentía en la vanguardia de las fronteras de la evangelización.

Os pido, asimismo, que oréis por mi peregrinación jubilar a Tierra Santa, que empezará mañana. Invoco, de modo especial, la protección de María santísima y de san José sobre este viaje apostólico tan rico de significado.

Con profunda emoción iré a los lugares donde el Verbo se hizo carne, vivió, murió y resucitó por nuestra salvación. Quiera Dios que esta visita, inspirada únicamente en motivos religiosos, dé los frutos esperados para bien de toda la Iglesia.

 



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