JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 29 de mayo de 1985
1. A Jesucristo, pastor y guardián de nuestras almas (cf. 1 Pe 2, 25), quiero tributar el debido homenaje de acción de gracias, encomendándole, por medio de la Madre de la Iglesia, el conjunto de mi servicio pastoral a los países del Benelux. Este servicio estaba vinculado con una visita y ha sido una respuesta a la común invitación de los Episcopados de Bélgica y de los Países Bajos, así como del obispo de Luxemburgo.
Hace ya un par de años que me habían hecho la invitación. Desde entonces se pusieron en marcha múltiples preparativos, por los cuales quiero dar las gracias tanto a mis hermanos en el Episcopado, como a todo el clero y a los laicos que en gran número y con generosidad han participado en ellos de diversos modos. Doy las gracias, al mismo tiempo, a los muchos sectores de la administración civil, que en todas partes han dado prueba de gran comprensión, benevolencia y competencia.
2. En particular, quiero expresar mi obligado reconocimiento al Rey de Bélgica, a la Reina de los Países Bajos y al Gran Duque de Luxemburgo, juntamente con sus respectivas familias, dándoles las gracias por los encuentros y por la participación.
Desde el 11 hasta el 21 de mayo he podido dedicar tres días y medio a la Iglesia que está en los Países Bajos, un día y medio a la que está en Luxemburgo y cinco días a la que está en Bélgica. Los católicos de los Países Bajos son numéricamente una minoría (son cinco millones de los 14 millones de habitantes). Bélgica y Luxemburgo, en cambio, son países en su inmensa mayoría católicos.
3. Estos tres países quedaron marcados, hace muchos siglos, por la primera evangelización. Esta está vinculada, ante todo, a la figura de San Servacio, que actuó allí a finales del siglo IV. La tumba del Santo obispo se encuentra en Maastricht, en los Países Bajos Meridionales. El ulterior proceso de propagación de la fe de Cristo tiene lugar en los siglos VI y VII, y está unido a San Wilibrordo, que fue obispo de Utrecht, y cuya tumba se halla en Echternach, en el territorio de Luxemburgo. Entre los padres de la cristiandad hay que incluir también a San Bonifacio, el apóstol de Alemania. Y la catedral de Malinas, en Bélgica, está dedicada a San Romboud.
4. El cristianismo, tan profundamente arraigado durante el primer milenio después de Cristo, dio frutos particulares en el período del Medioevo. Las Iglesias en la cuenca del Rin se caracterizaron, en aquel tiempo, por una gran floración de la vida monástica y de la vida mística, que constituye una corriente singular en la historia de la espiritualidad cristiana. Los grandes místicos de ese tiempo fueron mujeres y hombres, como Hadewych, el Beato Tan van Ruusbroec, Geert Groote y Thomas de Kempis. De este ambiente salió el libro "Imitación de Cristo, que desde hace muchas generaciones es una lectura clásica para la vida espiritual.
Otra expresión de la cultura cristiana en el Medioevo se manifiesta en las espléndidas iglesias de estilo gótico, característico de esas regiones; en las obras de pintores famosos como Van Eyck, Rembrandt, Memlic y otros no menos célebres.
5. La reforma del siglo XVI dividió a los cristianos, sobre todo en el territorio de los Países Bajos. Durante largo tiempo llegó a faltar allí la jerarquía católica. Sólo a partir de 1853 la Sede Apostólica pudo nombrar los obispos en la provincia eclesiástica neerlandesa, cuya sede metropolitana se encuentra en Utrecht.
Así, pues, la cuestión del ecumenismo se ha planteado de modo particular en los territorios de los Países Bajos, así como en la limítrofe Bélgica, donde encontró un gran pionero en la persona del cardenal Mercier, primado de Bélgica, a quien debemos los famosos "Coloquios de Malinas" con los representantes de la comunidad anglicana en los años veinte de este siglo.
Desde los tiempos del Vaticano II la cuestión del ecumenismo ha asumido una nueva actualidad, cuya confirmación, en esta circunstancia, han sido los encuentros ecuménicos y de oración que he tenido en Malinas y en Utrecht. El encuentro de Utrecht tuvo lugar en la casa de Adriano VI (muerto en 1523) el Papa que los Países Bajos han dado en la historia, y precisamente en los comienzos mismos del período de la Reforma.
6. La visita a los países del Benelux ha confirmado de nuevo el enorme esfuerzo realizado allí por la Iglesia, sobre todo en la primera mitad de este siglo, en diversos sectores:
Ante todo, en el sector misionero. Religiosos y religiosas, sacerdotes del clero diocesano y laicos, hombres y mujeres, han trabajado y continúan trabajando hasta hoy en muchas Iglesias jóvenes. Esta amplia obra misionera, que se manifiesta con un gran número de vocaciones, da testimonio de un gran amor a la Iglesia y a la causa de la evangelización.
El florecimiento de estas vocaciones debe atribuirse tanto a la familia, como a una pastoral misionera, y a una red bien desarrollada de escuelas católicas, que continúan desenvolviendo su función también hoy, disfrutando de varios modos del apoyo de las autoridades estatales.
7. Un gran éxito, ya en el período Reconciliar, ha sido la acción ampliamente desarrollada por el laicado, que se manifiesta en las numerosas organizaciones. Ya se sabe que el apostolado de los laicos ha encontrado un fuerte apoyo en la enseñanza del Vaticano II.
Actualmente se hace notar, tanto en el campo "ad intra", es decir, dentro de la Iglesia: una notable participación de laicos en la catequesis y en los consejos pastorales, como también «ad extra", hacia el mundo: un interés muy vivo por los problemas de la sociedad, particularmente del llamado Tercer Mundo.
Entre los éxitos en la época reciente de la Iglesia en Bélgica se ha de mencionar la obra del padre Joseph Cardijn, llamado por Pablo VI a formar parte del Colegio Cardenalicio: ella ha inspirado las organizaciones cristianas de la juventud obrera y el método de apostolado (voir, juger, agir) vinculado con ellas. Al mismo ritmo ha ido el esfuerzo que miraba a introducir en la vida la doctrina social cristiana.
8. Hay que recordar también el gran esfuerzo en el campo de la cultura cristiana y de la ciencia universitaria. Durante mi visita he podido ser huésped de la universidad, en Lovaina y en Lovaina la Nueva. He tenido también la satisfacción de celebrar una Santa Misa "para los artistas" en Bruselas.
Además, han sido numerosos los encuentros con los jóvenes: en Amersfoort, en Echternach, en Nanur. Los encuentros con los enfermos en Utrecht y en Banneux. También me he reunido con los representantes del mundo del trabajo, por ejemplo, en Utrecht, en Luxemburgo, en Laecken y Lieja.
Por lo que se refiere a los encuentros con la juventud, merece un recuerdo especial el de Yprés, es decir, en el lugar donde descansan medio millón de víctimas de la primera guerra mundial. La visita tuvo lugar en el XL aniversario del final de la segunda guerra mundial y de la liberación de Bélgica, de los Países Bajos y de Luxemburgo. El encuentro en Yprés quiso ser un recuerdo de las víctimas de la guerra y, a la vez, una ferviente oración por la paz.
9. Una parte del programa estuvo dedicada también a los encuentros de carácter internacional: los que tuve con la Corte Internacional de Justicia en La Haya, con las Instituciones de la Comunidad Europea en Luxemburgo y en Bruselas, y el que tuve con el Cuerpo Diplomático.
10. Es difícil resumir en un breve discurso todos los detalles de un programa que ha sido muy rico.
En medio de ese pueblo cristiano, me he sentido feliz de orar largamente, de recordar la esperanza y las exigencias del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia, de dar los estímulos pastoralmente oportunos para que las iniciativas se desarrollen según criterios cristianos y den los mejores frutos. También he podido tener varios contactos interesantes, constatando frecuentemente el deseo de testimoniar la fe con respeto a la conciencia de los otros. En cada etapa he escuchado los testimonios, las dificultades y los interrogantes que me presentaban algunos laicos, en nombre de diferentes grupos, comunidades o movimientos. Tengo presentes esas preguntas, a algunas de las cuales ya ha respondido la Iglesia, de modo preciso, con su Magisterio; o después de madura reflexión durante los Sínodos de los Obispos; y estas respuestas en materia de fe, de moral o de disciplina eclesial valen evidentemente para toda la Iglesia. Otras peticiones eran llamadas a una presencia de la Iglesia o a un apostolado más adecuado a las necesidades actuales, o a una participación más responsable de cada miembro de la Iglesia, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, a una colaboración más profunda entre obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Estas llamadas pueden ser útiles, y deseo que los católicos queden impactados por las exhortaciones que les he dirigido. Es el Señor mismo, como al comienzo y en cada una de las etapas de la historia cristiana, el que los llama a convertirse, a responder mejor al Evangelio en comunión con toda la Iglesia, a progresar espiritualmente. En efecto, si es necesario afrontar condiciones externas difíciles, en un clima de secularización, es necesario, sobre todo, poner remedio a las causas de orden espiritual que obstaculizan la fidelidad o el vigor de la fe. Es necesario formar y robustecer el hombre interior.
En su conjunto, considero el servicio desarrollado particularmente importante no sólo con relación a cada una de las Iglesias visitadas, sino también respecto a la Iglesia universal.
Un agradecimiento especial expreso a mis hermanos en el Episcopado, a los sacerdotes y a las familias religiosas masculinas y femeninas.
La oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas ha sido uno de los hilos conductores de todos nuestros encuentros, así como nos ha acompañado siempre el tema tan significativo y hermoso del "Paternóster".
Además, cada día, grupos considerables de fieles han podido participar en la celebración de la fe común con la Palabra y con la Eucaristía. Estas celebraciones, todas bien preparadas, se han desarrollado en una atmósfera de intensa oración, de dignidad, de participación activa de todos, especialmente mediante la música y los cantos, gregorianos y contemporáneos.
Ante Jesucristo, Pastor y guardián de nuestras almas, que ha realizado obras tan grandes en el pasado y también en tiempos recientes en medio del Pueblo de Dios que está en Holanda, en Bélgica y en Luxemburgo, renuevo —por intercesión de la Madre de la Iglesia— una ferviente oración por la evangelización en los países visitados, a fin de que ésta corresponda a las exigencias de hoy y del futuro. Efectivamente, Cristo es "Padre del siglo futuro".
Saludos
Queridos hermanos y hermanas:
Sed bienvenidos a este encuentro todos los peregrinos de lengua española. Están presentes un grupo de Superioras Mayores de las Religiosas Escolapias. Os aliento a continuar en vuestro servicio a la Iglesia y a los hermanos.
Saludo igualmente a los miembros de la Comisión del V Centenario del Descubrimiento de América y a los peregrinos procedentes de Palma de Mallorca, Madrid y Barcelona.
Asimismo saludo al grupo mexicano de la Pastoral del Espectáculo, la Diversión y el Descanso y a la peregrinación de la Arquidiócesis de Caracas. A todos los peregrinos procedentes de los diversos Países de América Latina y de España, imparto con afecto la Bendición Apostólica.
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