JUAN PABLO II

 AUDIENCIA GENERAL

Desde la ventana de su estudio
Miércoles 3 de febrero de 1999

Una enfermedad típica de esta temporada me ha obligado a suspender las actividades de estos días. Sin embargo, hoy no quiero dejar de dirigiros mi palabra a vosotros, que os habéis reunido para la tradicional cita del miércoles.

Amadísimos hermanos y hermanas, os saludo a todos con afecto. El Señor, que en la fiesta de ayer hemos contemplado como Luz que alumbra el camino de salvación de todo hombre, resplandezca en la vida de cada uno y la colme de su alegría y de su paz. Dirijo un saludo especial a los diáconos de la archidiócesis de Milán y a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas presentes.

Quisiera, asimismo, enviar un cordial saludo a los que más sufren a causa del frío, sobre todo a los que no tienen vivienda, a los damnificados por los terremotos, a los enfermos, a los ancianos y a los niños. Quiera Dios que cada uno reciba la ayuda necesaria.

Espero que, como dice un conocido proverbio ―«Cuando llega la Candelaria, se acabó el invierno»― vuelvan pronto los días soleados y calientes. A todos imparto una bendición especial.

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Os invito a alimentar vuestra fe con la fortaleza de los mártires y la fidelidad de los Apóstoles. A todos os bendigo de corazón.