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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DEL 50° ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN
DEL INSTITUTO MONÁSTICO DEL ATENEO PONTIFICIO SAN ANSELMO

 

Al reverendísimo
Abad primado NOTKER WOLF, o.s.b.
Gran canciller del
Ateneo pontificio San Anselmo

1. He sabido con profunda satisfacción que el Instituto monástico del Ateneo pontificio San Anselmo de Roma se dispone a conmemorar el 50° aniversario de su fundación. Para esa feliz circunstancia, me complace enviarle a usted, al claustro de profesores, a los alumnos, y a cuantos participan en las celebraciones jubilares, mi cordial saludo y mis mejores deseos.

El Instituto monástico, ideado como estructura estable al servicio de un estudio metódico de la vida y de la cultura de los monjes, fue erigido dentro de la facultad teológica del Ateneo pontificio, con decreto del 21 de marzo de 1952, por la Sagrada Congregación para los seminarios, como respuesta al ardiente deseo del abad primado Bernhard Kaelin de dirigir la atención a las fuentes literarias y a las grandes figuras del monaquismo, así como a la reflexión teológica y a las implicaciones institucionales de la vida monástica. En efecto, se sentía la urgente necesidad de estudiar de modo sistemático el monaquismo. En la carta que anunciaba la apertura del Instituto, se indicaba una tarea precisa:  "Es necesario que algunos monjes idóneos, capaces de enseñar a los demás, cultiven una disciplina científica metódica. No sería demasiado dar a algunos sacerdotes capacitados la posibilidad de especializarse durante dos años en ese estudio" (26 de mayo de 1952).

2. La nueva institución se encomendó a estudiosos de fama internacional, para que los monjes jóvenes se formaran adecuadamente en la espiritualidad, en la historia y en la doctrina monástica. Entre ellos, quisiera recordar a Cipriano Vagaggini, maestro de teología sapiencial, a Basilius Steidle y Adalbert de Vogüé, que estudiaron el contenido patrístico de la Regla de san Benito, así como a Benedetto Calati y Gregorio Penco, singulares intérpretes de la historia monástica.

Durante estos decenios, el Instituto monástico ha sabido traducir su finalidad general en itinerarios didácticos concretos y en líneas operativas eficaces. ¿Cómo no pensar, por ejemplo, en los monjes y monjas dedicados, con la ayuda de adecuados instrumentos de trabajo, al conocimiento crítico y al estudio metódico de las fuentes y de los textos clásicos del monaquismo? La oportunidad de investigar la historia del monaquismo cristiano oriental y occidental ha hecho posible el descubrimiento de interacciones existentes entre las respectivas escuelas de teología, de espiritualidad y de vida monástica.

A cincuenta años de distancia, damos gracias a Dios por esta institución tan providencial para los diversos monasterios benedictinos; ha desempeñado un papel significativo, estableciendo una fecunda relación entre la vida espiritual y el estudio, y ha llegado a ser un valioso punto de referencia, así como un lugar privilegiado de formación para el mundo monástico hoy.

3. El servicio prestado a la Iglesia por la Orden benedictina mediante el ya cincuentenario Instituto, que ha contribuido tanto a la formación de numerosos monjes, así como de gran número de personas interesadas en el conocimiento crítico y en la profundización de las fuentes y de los textos clásicos del monaquismo, se sitúa en el ámbito de la búsqueda más amplia y fascinante de Dios, a la que san Benito, al fundar la Schola Christi, deseaba orientar a sus discípulos. Exhorto a las autoridades religiosas y académicas a continuar trabajando en este sentido, prosiguiendo la larga y apreciada tradición cultural de la Orden.

Que este feliz aniversario, también gracias a los actos jubilares previstos, contribuya a que el Instituto monástico y el Ateneo San Anselmo identifiquen las perspectivas a las que es preciso tender para promover un vasto impulso espiritual de toda la familia benedictina. "¡Remar mar adentro!". Que este sea el compromiso de todos, en sintonía con las expectativas de la Iglesia proyectada en el tercer milenio.

4. Para que suceda esto es indispensable, ante todo, que crezca en cada uno la adhesión personal a Cristo, única fuente verdadera de renovada vitalidad evangélica. En efecto, sólo con esta condición es posible afrontar valientemente los desafíos actuales. Hoy, como en el pasado, al monje se le pide, en primer lugar, que cultive una intimidad continua con el Maestro divino. Así, el ora de la contemplación podrá conjugarse armoniosamente con el labora de la acción, en una profundización incesante del patrimonio monástico cada vez más enriquecido, a través de los siglos, gracias a la contribución de numerosos monasterios.

La Virgen María y el santo padre Benito protejan a cuantos están comprometidos en el Instituto y les ayuden a llevar a feliz término todos sus proyectos. A la vez que aseguro un constante recuerdo en la oración, le imparto de corazón a usted, padre abad primado, y a cuantos componen la familia espiritual del Instituto monástico y del Ateneo anselmiano, una especial bendición apostólica, que extiendo de buen grado a cuantos comparten la alegría del 50° aniversario de la fundación.

Vaticano, 27 de mayo de 2002

JUAN PABLO II



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