DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EMBAJADOR DE GABÓN ANTE LA SANTA SEDE*
Jueves 20 de marzo de 1980
Señor Embajador:
Mis primeras palabras serán para manifestar aprecio hacia vuestras expresiones tan corteses y el espíritu con que os disponéis a cumplir vuestra misión. Deseo que esta misión sea de gran fruto en las relaciones entre la Santa Sede y Gabón primeramente, en todo cuanto contribuya a robustecer la comprensión y a estrechar los vínculos recíprocos; y también en vuestra persona, Excelentísimo Señor, a fin de que encuentre aquí muchas satisfacciones.
Os ruego deis las gracias al Presidente Omar Bongo por sus sentimientos de aprecio, y le aseguréis que mis colaboradores y yo no tenemos más deseo que ayudaros a ejercer vuestras funciones en las mejores condiciones. A través de usted las autoridades de vuestro país podrán proseguir el diálogo que tanto desean, y no dudo de que sabréis haceros intérprete avisado ante ellas y eco de la vida de la Iglesia católica y de los esfuerzos qué ésta realiza en el servicio fundamental del hombre a la luz de Dios.
Esta circunstancia me brinda ocasión afortunada de dirigirme al pueblo gabonés. Saludo hoy a esta nación que me es tan querida, a cada uno de sus habitantes, a las familias, a los jóvenes. A los jóvenes, porque el país es todavía joven y se presenta lleno de promesas; en ellos descansa el porvenir, el empleo sensato de los recursos naturales y la promoción del desarrollo con valentía, honradez y justicia, a fin de que se beneficie el conjunto de la población.
Permitidme también que mencione con orgullo legítimo a los católicos de Gabón y dedique un recuerdo al clero, los religiosos, las religiosas y los abnegados catequistas que les animan a dar testimonio aún más conforme de su exigente vocación. En estos instantes el Papa les está cercano con el afecto y la esperanza que pone en ellos. Además, no faltarán tareas en que poder colaborar como buenos ciudadanos al progreso espiritual, cultural y social de vuestra patria, como ya lo están haciendo.
Pero habéis querido hablarme de los principios que guían la acción de los responsables de Gabón en el concierto internacional. Además del diálogo, están la tolerancia y la paz que dichos principios tienen como objetivo. Por los contactos que llegaréis a entablar aquí en Roma con los dicasterios de la Curia y también por el estudio de los documentos de la Santa Sede, veréis hasta qué punto y de qué manera se dedica la Iglesia a impulsar los citados principios no sólo para favorecer la reflexión de los hombres de buena voluntad, sino también para llegar a traducirlos en la práctica y solucionar de este modo los problemas que son particularmente difíciles de resolver en nuestro siglo, como por ejemplo el hambre y la violencia. Ojalá se encuentre siempre Gabón entre las naciones ansiosas de comprensión y amistad, dispuestas a prestar ayuda a la realización de este ideal y prontas a tomar iniciativas ellas mismas en este sentido.
Señor Embajador: Os renuevo muy cordialmente mis deseos de éxito en el desempeño de vuestra misión, éxito del que no dudo teniendo en cuenta vuestra experiencia diplomática. Para usted, vuestros seres cercanos y todos vuestros compatriotas, imploro ayuda y bendiciones del Todopoderoso.
*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n. 16, p.6 (p.210).
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