VISITA DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS HABITANTES DE LA RIBERA DEL JÚCAR
Lunes 8 de noviembre de 1982
Amadísimos hermanos y hermanas,
He sentido como un deber y un impulso del corazón, antes de concluir mi estancia en Valencia, hacer una visita particular a vosotros, habitantes de la Ribera del Júcar. He venido aquí, para estar más cerca de los que sufrís por la pérdida de seres queridos y también por los ingentes daños materiales provocados por las inundaciones de los días pasados, sobre todo en las poblaciones de Alcira, Carcagente y otros centros de población.
Esta visita quiere ser un signo de mi cercanía y solidaridad con vosotros en momentos de dolor. Y deseo que las palabras que pronuncio en este lugar y a las personas aquí presentes, lleguen igualmente a las demás zonas afectadas y a cada uno de sus habitantes, porque he venido para todos.
Mi presencia quiere ser también una muestra de aprecio por la solidaridad que hasta ahora se os ha demostrado y que confío continuará en cuanto sea necesario, pues sobre todo para el hombre necesitado, los demás deben ser hermanos. Junto al hombre que sufre, debe haber siempre otro que lo asiste y acompaña. La caridad y el sentido humanitario no pueden permanecer indiferentes ante la muerte y la destrucción. Por eso, son de alentar todas las iniciativas encaminadas a reconstruir lo antes posible vuestros hogares y a recuperar vuestros puestos de trabajo, rehaciendo así el ambiente, para que vuestra vida recobre pronto la serenidad y esperanza.
Os aliento a elevar vuestra mirada hacia Dios, a la vez que a los presentes, así como a todos los habitantes de las otras zonas afectadas —especialmente a los heridos, enfermos y familias en luto— os dejo con afecto mi cordial Bendición.
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