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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA PEREGRINACIÓN PROCEDENTE DE SEVILLA


Lunes 6 de diciembre de 1993

 

Señor Arzobispo de Sevilla,
queridos hermanos y hermanas:

Es para mí motivo de particular complacencia tener este encuentro con vosotros, organizadores, colaboradores y voluntarios en la preparación y desarrollo del XLV Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Sevilla del 7 al 13 de junio pasado y cuya clausura tuve el gozo de presidir.

Vuestra venida a Roma para testimoniar al Sucesor de Pedro vuestra gratitud por su presencia en tan magna asamblea, trae a mi memoria aquellas inolvidables jornadas de fe en torno a Jesús Sacramentado, que me permitieron comprobar una vez más los genuinos valores del pueblo católico español. En esta ocasión, deseo repetiros las palabras que os dirigí desde el balcón de la Giralda, a mi llegada a la sede de san Leandro y de san Isidoro: “Es bien conocido cómo el pueblo creyente sevillano ha heredado de sus mayores dos devociones, que han tipificado desde tiempo inmemorial la espiritualidad cristiana de vuestras gentes: la devoción al Santísimo Sacramento y la devoción a la Virgen María. Sin estas dos devociones no se comprendería la historia de la Iglesia hispalense” (Ángelus del 12 de junio de 1993).

“Eucaristía y Evangelización ” fue el ámbito en que se desarrollaron aquellas intensas jornadas del Congreso, que estuvieron precedidas por una larga preparación de asiduo estudio y fervorosa plegaria. En efecto, la Eucaristía es verdaderamente “ fuente y culmen de toda evangelización” (Presbyterorum ordinis, 5). Una evangelización que comporta el anuncio de la Buena Nueva a toda creatura, hasta los confines del mundo.

El Congreso Eucarístico, que tuvo lugar en Sevilla, fue no solamente un acontecimiento internacional en el aspecto exterior, en la presencia de tantos hermanos llegados de pueblos, naciones y continentes diversos. El Congreso fue un elocuente testimonio de catolicidad, en la que resplandeció el único Cuerpo de Cristo. En efecto, todo Congreso Eucarístico Internacional, toda “statio orbis” es una solemne profesión de la Iglesia en la Buena Nueva proclamada y realizada en la Eucaristía. En la celebración del sacrificio de la Misa se expresa claramente la unidad del Cuerpo místico de Cristo. La Eucaristía hace la Iglesia; y quienes reciben el Cuerpo de Cristo se unen más estrechamente a Él. Y el Señor les une a todos en un solo cuerpo: la Iglesia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1396).

Como reconocimiento a vuestra labor durante el Congreso Eucarístico, deseo reiteraros mi vivo agradecimiento por la generosa y eficaz colaboración que prestasteis para el buen desarrollo de los diversos actos celebrados. Pido a Dios que aquella experiencia enriquecedora os sirva también de estímulo en vuestras actividades apostólicas para que “Cristo, luz de los pueblos” –como rezaba el lema del Congreso– sea el faro que guíe vuestro caminar en la vida y os dé la fuerza para testimoniar los valores del Evangelio en la sociedad española.

Ya en la proximidad de las fiestas navideñas, os presento mi más cordial felicitación, junto con el deseo de que el Niño de Belén ilumine con su mensaje de amor y esperanza a cada uno de vosotros, a vuestras familias y a todo el querido pueblo sevillano, mientras os imparto con afecto mi Bendición Apostólica.



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