PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DEL SANTO PADRE
AL FINAL DE LA COMIDA EN LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
Jueves 18 de mayo de 2000
Queridos hermanos:
Esta jornada está profundamente marcada por la "acción de gracias", por la "eucaristía", y antes de despedirnos deseo dar gracias una vez más.
Gracias, ante todo, a Dios, que "corona el año con sus beneficios" (Salmo), y que entre los días del gran jubileo nos ha concedido vivir este, dedicado a los sacerdotes. Me alegra particularmente celebrar mi cumpleaños en esta dimensión sacerdotal, que es la dimensión fundamental de mi vida, al igual que de la vuestra.
Gracias a usted, querido cardenal Bernardin Gantin, por sus palabras, y a todos vosotros, queridos hermanos cardenales, que generosamente habéis querido ofrecerme esta comida. Expreso mi gratitud también a las religiosas y a todo el personal de la Domus Sanctae Marthae, por la cortesía y la eficiencia con las que nos han acogido, verdaderamente dignas de la patrona de esta casa. Después de la celebración de esta mañana, solemne y al mismo tiempo rebosante de afecto fraterno, este momento convival me ha permitido expresar el vínculo de familiaridad que me une a cada uno de vosotros, con la significativa participación de un grupo de sacerdotes en representación de cuantos han asistido a esta celebración jubilar.
Deseo corresponder a vuestras muestras de afecto, y me complace hacerlo precisamente de modo sacerdotal, asegurándoos que os recordaré esta tarde en el rezo de Vísperas, y encomendándoos a cada uno a la Virgen santísima, Madre de los sacerdotes.
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