DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DEL CENTRO CULTURAL "JUAN PABLO II" DE WASHINGTON
Viernes 8 de noviembre de 2002
Eminencia;
queridos amigos:
Este año, una vez más, me complace daros la bienvenida en el Vaticano, con ocasión de vuestra visita anual. Agradezco al cardenal Maida su constante dirección del Centro y de sus actividades, y os doy las gracias a todos vosotros por sostener los esfuerzos que realiza para presentar la tradición católica en su riqueza e importancia cultural.
Es significativo que el Centro cultural haya abierto sus puertas cuando concluía el gran jubileo del año 2000 y la Iglesia se disponía a "remar mar adentro" (cf. Lc 5, 4) con el renovado compromiso de proclamar el Evangelio a todas las naciones y pueblos. La misión del Centro, tan entrañable para mí, se inspira en la firme convicción de que Jesucristo, el Verbo encarnado de Dios, es el centro de la historia humana y la llave que abre el misterio del hombre y le descubre la grandeza de su vocación (cf. Gaudium et spes, 22). Para construir un mundo más digno de la humanidad, urge proclamar a Cristo con alegría y convicción como "el camino, la verdad y la vida" (cf. Jn 14, 6) que puede iluminar la vida de cada persona y el destino de toda la familia humana. El Centro cultural se ha comprometido a mostrar que el Evangelio responde a nuestros deseos más profundos y a nuestras aspiraciones más elevadas, las cuales se expresan en las culturas que forjan el futuro de nuestro mundo. Espero que al cumplir esta misión esencial, el Centro dé una contribución singular a la nueva evangelización.
Queridos amigos, os agradezco a vosotros, al personal y a los bienhechores del Centro la promoción de sus iniciativas. A vosotros y a vuestras familias imparto cordialmente mi bendición apostólica como prenda de alegría y paz en el Señor.
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