CARTA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
AL CARDENAL JOSEPH WENDEL
DESPUÉS DEL CONGRESO EUCARÍSTICO DE MUNICH*
A nuestro querido hijo
José S. R. E. Cardenal Wendel,
Arzobispo de Munich:
Querido hijo nuestro:
Salud y bendición apostólica.
Deseando expresarte nuestra congratulación y alabanza, por el preclaro testimonio de celo que has dado, organizando el XXXVII Congreso Eucarístico Internacional y acogiendo al mismo en Munich—sede de tu dignidad pastoral—con magnánima liberalidad, te enviamos esta carta después de que los trabajos de los días precedentes y la frecuencia de los peregrinos han cesado.
Te manifestamos nuestra alegría —también a tus colaboradores y a todos los sacerdotes y fieles de tu archidiócesis—, no sólo por el éxito magnífico de este Congreso, a cuya preparación vuestros comunes esfuerzos y decisiones contribuyeron primordialmente, sino ante todo por el insigne ejemplo de caridad y concordia, con el cual públicamente os esforzasteis en mostrar la fe de vuestros mayores.
Como bien sabes, aunque corporalmente ausente de las ceremonias del Congreso Eucarístico, estuvimos muy presentes en espíritu. En efecto, cada día elevamos muy ardientemente nuestras oraciones a Cristo Jesús por el feliz éxito del acontecimiento; con mucha frecuencia, siempre que las multitudes de fieles se acercaban a Nos, levantábamos los ánimos para las solemnidades de Munich; las noticias que nos llegaban cada día del Congreso, y, sobre todo, las que tú diligentísimamente procurabas enviarnos, atentamente las escuchábamos y leíamos, y sobre los acontecimientos que allí se desarrollaron diligentemente preguntamos a nuestro Legado el Cardenal Gustavo Testa. Y, sobre todo —el más dulce de los recuerdos—, seguimos por televisión, desde el principio al fin, como ya en otra ocasión escribimos, con gran conmoción espiritual, las ceremonias que tuvieron lugar el último día del Congreso. Fuertemente grabada en nuestra mente permanecerá la piedad y reverencia de la recogida multitud que escuchaba nuestra alocución y que después, terminado el sagrado pontifical, no cesaría durante mucho tiempo de acercarse para recibir el pan eucarístico, entonando sus cánticos con voz unánime.
Para que todas estas cosas felizmente sucedieran, proveyó sabiamente tu solícita diligencia. Por lo cual a ti —y al mismo tiempo a todos aquellos que con sus consejos te ayudaron— damos las gracias, rogándote que a la autoridad civil haciéndote nuestro intérprete, expreses y muestres nuestros sentimientos llenos de gratitud.
Nos concebimos la alegre esperanza de que, por esta reunión de los pueblos, que como estación del orbe en tu ciudad tuvo lugar, se produzcan frutos de mutua caridad y unión para todas las gentes, redimidas por la preciosa sangre de Dios, y una paz serena y permanente, en cuyo provecho el mismo Cristo se entrega como alimento suave y saludable.
Hacemos además votos para que los frutos de piedad y religión que tu archidiócesis, ciertamente la primera de todas, recibió del Congreso Eucarístico, permanezcan íntegros en el futuro y se hagan cada día más abundantes por la gracia de Dios.
Estos paternos votos los confirmamos de buen grado con la bendición apostólica que a ti, juntamente contigo a tu Obispo auxiliar, y a todos los colaboradores en vuestro trabajo de uno y otro clero y también del orden seglar, e igualmente a toda tu archidiócesis impartimos.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 21 de mes de agosto, año 1960, segundo de nuestro pontificado.
IOANNES PP. XXIII PP
* AAS 52 (1960) 813-814.
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