CARTA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
AL ARZOBISPO DE BARCELONA CON MOTIVO
DE SUS BODAS DE PLATA EPISCOPALES
Al venerable hermano
Gregorio Modrego y Cassaus
Arzobispo de Barcelona
Venerable hermano, salud y Apostólica Bendición.
Cunado un ciclo de tiempo transcurrido trae a la memoria la gran solemnidad de un aniversario, tenemos por costumbre enviar a los obispos unas letras, mediante las cuales, como mensajeros y testigos de nuestro paternal afecto, ausentes nos hacemos presentes.
Por lo cual, a ti, venerable hermano, que celebras los veinticinco años de la promoción a la dignidad episcopal, esta nuestra carta, trenzada con cariñosas palabras, te lleva y expresa nuestros votos y augurios, en acrecentamiento de santo regocijo.
Deseándote las mayores felicidades, no queremos que te falte nuestro explícito testimonio de congratulación y alabanza, el cual creemos que se convertirá en un nuevo acicate para que con religioso homenaje, rindas las mayores gracias a Dios que ha sido siempre tu ayuda y consuelo en las asperezas y dificultades.
En efecto, apenas iniciada ahí la deplorable guerra civil, fuiste creado obispo titular de Aezani, como obispo auxiliar del arzobispo de Toledo, y más adelante puesto al frente del Vicariato Castrense, luchaste con infatigable denuedo y con igual bondad para restañar las heridas de la lamentable contienda, para reparar lo destruido y lo ruinoso.
Cuando, por fin, cesó la cruenta guerra civil, promovido a la dignidad de Administrador Apostólico de Cuenca, y más tarde a la misma dignidad en la archidiócesis de Toledo, le mostraste adornado con las dotes de consciente responsabilidad en el cargo, de amor a la religión y de ardor en el ministerio.
Elevado a la ilustre y venerable sede Episcopal de Barcelona, nada escatimaste para que, tras las destrucciones y las ruinas, resurgiera la antigua piedad de este ínclito pueblo y floreciese la vida católica con remozado vigor. Entre otras cosas, levantaste desde sus cimientos muchísimos templos, erigiste numerosas parroquias, y, con laudable afán, solícito de la situación de los fieles necesitados, fomentaste la edificación de viviendas populares en gran número y de adecuada estructura.
En los anales barceloneses resplandece esculpido con letras de oro el imperecedero recuerdo del XXXV Congreso Eucarístico Internacional. No perdonaste esfuerzo para que, con suma diligencia en todos los órdenes, el celebérrimo acontecimiento dedicado a Cristo Rey, oculto bajo los velos del Sacramento, obtuviese un éxito magnífico. Recordarlo al cabo de nueve años cumplidos, renueva en ti el más dulce gozo, que tuvo su manantial y principio ,en los preclaros méritos que adquiriste en aquellas circunstancias.
Haciendo converger todas estas cosas en elogio tuyo, imploramos para ti los favores celestiales para que disfrutes larga vida, para que sigas mostrándote buen pastor, cuyo gobierno se traduzca, en provecho, para que con pleno vigor espiritual y corporal, con copiosa doctrina confirmada con una vida ejemplar, te afanes por instruir, al clero y al pueblo a ti confiado, en la belleza de la sabiduría cristiana, y en dirigirlo por la senda de la salvación eterna.
Y a fin de que el 25 aniversario de tu episcopado resulte más saludable, te facultamos para que, el día que eligieres, impartas, en nuestro nombre y autoridad, a los fieles presentes nuestra Bendición, enriquecida con indulgencia plenaria. Nada, finalmente, nos resta sino impartir con la mejor disposición de ánimo la Bendición Apostólica a ti, venerable hermano, y a toda la grey encomendada a tu solicitud.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 4 del mes de septiembre del año 1961, tercero de Nuestro Pontificado.
JUAN PP. XXIII
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