CARTA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
A LA CONGREGACIÓN DE LA CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
CON OCASIÓN DEL CENTENARIO DE SU FUNDACIÓN*
Al Rev P. Omer Degrijse:
Con motivo de celebrar los cien años de vuestra Congregación, con todo derecho debéis dar gracias a Dios y entonarle un cántico nuevo de caridad, gozo y exultación y piedad.
A estas manifestaciones uniremos con gusto Nuestras alabanzas y Nuestros votos, dado que a esta familia religiosa, que presides, la estimamos con especial y predilecta benevolencia que ahora queremos abiertamente manifestar y testimoniar.
A todos los que miran al pasado les causa admiración el incremento que la obra de vuestro fundador, Teófilo Verbist, ha adquirido.
Pues la semilla que él arrojó se ha convertido en un frondoso árbol cargado de frutos, cuya feracidad ha amparado a muchas almas abandonadas; pues en China, en el Congo, en las islas Filipinas, en las ciudades de América del Norte, en Indonesia, Haití, República Dominicana, Japón, Guatemala, Formosa, Hong-Kong, Malaya, se han aprovechado de vuestra dulce verdad y de los tesoros celestiales de la gracia, debido al sagrado ministerio de los pregoneros del Evangelio que, en número y virtud admirables, ricos en la fe, prontos por la esperanza, allí han marchado. ¡Alabanza a estos varones dotados de fortaleza y generosidad, que se han esforzado por hacer blanquear las mieses evangélicas: ¡Qué hermosos los pasos del que anuncia y predica la paz, el bien y la salvación, diciendo a Sión: "Reinará tu Dios" (Is 52, 7), No faltarán los que padecieron grandes fatigas por causa de su empresa: "Algunos. han experimentado las afrentas y los azotes; más aún, las cadenas y la cárcel" (Hb 11, 36) y algunos consagraron su vida terrestre con el glorioso fin del martirio.
Todo esto no disminuye, sino que aumenta, los merecimientos y el valor de los ejemplos, consolida el fervor de vuestra virtud magnánima, excitando e invitando a concebir y realizar cosas mayores. En el campo evangélico el sudor y la sangre vienen a fecundar la tierra, prenda eficaz de una esperanza no engañosa de felices acontecimientos.
Al concebir estos augurios y al manifestaros especialmente Nuestros vivos deseos de que podáis volver al campo evangélico de China con vuestros trabajos, del cual fuisteis expulsados por deplorables acontecimientos, y en donde habéis sembrado tantos esfuerzos y trabajos por la amplificación del reino de Cristo para que todo sea próspero, feliz y saludable, por concesión del donador de todos los bienes, en este instituto religioso del Corazón Inmaculado de María y para que, con su ayuda, la palabra de Dios pueda correr más y más y ser clarificada (Cfr. 2 Ts 3, 1). A ti, querido hijo, y a tus subordinados misioneros os exhortamos encarecidamente, ya que estáis nombrados con el dulce nombre materno, a que seáis verdadera y plenamente cada día, en cierto sentido, corazón de María, corazón de la Iglesia, encerrado dentro de vuestro pecho, diligente en las tareas cotidianas, solicito en incrementar la excelsa misión a vosotros encomendada, para lo que os concedemos amablemente la Bendición Apostólica a vosotros y a los que fomentan con alabanzas estos quehaceres y a todos aquellos que participarán en las solemnidades centenarias de vuestro nacimiento.
Del Vaticano, a 27 de marzo del año de 1969.
IOANNES PP. XXIII
* AAS 54 (1962) 385.
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