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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN XXIII
A LOS ALUMNOS DEL INSTITUTO CATÓLICO
LENDER DE SASBACH, EN BADEN
*

Lunes 11 de junio de 1962

 

Amadísimo señor Cardenal:

Le agradecemos sus amables palabras que expresan bien el íntimo y conmovido gozo de su corazón. La presentación del "Heimschule Lender" de Sasbach, en Baden, reunida aquí en distinguida representación se ha embellecido con los dulces recuerdos de los estudios del instituto que usted llevó a cabo allí. Las primeras impresiones de la vida son realmente las más fuertes y es natural que del testimonio del antiguo alumno hecho por la gracia del Señor Cardenal de la Santa Iglesia Romana tome significación la especial Audiencia de hoy y en é1 se inspire nuestra conversación.

Vuestro colegio, queridos hijos, celebrando el centenario de su fundación, ha querido realizar la peregrinación a Roma. Es un acto de gran valor cuya importancia sabemos comprender. Esta antigua ciudad tiene, efectivamente, una elocuencia, un encanto irresistible sobre las almas juveniles. Aquí todo puede compaginarse armoniosamente y lanzarse a nuevos entusiasmos y ulteriores conquistas.

Desde su primer día a hoy vuestro Instituto ha merecido la atención y benevolencia de los católicos no sólo como centro de formación intelectual, sino además —y en esto está su preclaro mérito— como verdadero cenáculo de formación religiosa y de educación moral.

El magnífico conjunto de resultados obtenidos basta para calificarle en su inspiración y en el curso de su actividad.

Vuestro colegio, como no ocurre en otros, añade una refulgente joya a su corona porque de sus aulas muchas veces ha surgido la generosa respuesta de tantos jóvenes a la llamada del Divino Maestro: "Veni sequere me!" El señor Cardenal Bea los representa a todos y el Papa en él a todos saluda y bendice a todos estos intrépidos que al encanto de una honrada carrera terrena prefieren el camino del renunciamiento cristiano y del apostolado.

Valor singular de vuestro colegio en Sasbach es su denominación de "católico" en el sentido que el método educativo quiere exaltar la nota de la universalidad.

Su programa educativo no prevé únicamente las disciplinas humanísticas y ciencias exactas, sino también y especialmente la formación moral en toda su amplitud.

Vuestros profesores estimulan el trabajo intelectual, pero al mismo tiempo tienen la justa preocupación de ,formar el carácter para que todo lo que habéis contemplado con la mente se convierta en exigencia y fervor mayor perfección en todo terreno.

Como recuerdo de este encuentro tan grato, queremos comunicar a cada uno de vosotros y a cuantos vendrán después de vosotros la exhortación del Libro de los Proverbios: "Fili mi, custodi sermones meos et praecepta mea reconde tibi. Fili, serva mandata mea, et vives, et legem meam quasi pupillam oculi tui".

"Hijo mío, guarda mis palabras y conserva dentro de ti mis preceptos. Obsérvalos y vivirás y guarda mi ley como la pupila de tus ojos" (Prov. 7, 1-2).

Poco provecho puede obtener el joven estudiante, si, terminado el "curriculum studiorum", ojalá que brillantemente, bien orientado en las disciplinas humanísticas y científicas, está falto de los fundamentos esenciales de la vida, a saber, de la fe en Dios, la práctica religiosa y católica incluso externa, la disciplina del carácter, el amor al prójimo.

La experiencia enseña, queridos hijos, que cuando falta el fervor de la vida cristiana, falta lo más precioso, consolador y bello de la vida aquí abajo.

Sin esta guía el hombre anda a tientas en una selva sin salida.

El sagrado texto de los Proverbios continúa: "Melior est enim sapientia cunctis pretiosissimis et onme desiderabile ei non potest comparari". "La sabiduría vale más que las perlas preciosas y todos los tesoros no pueden compararse con ella" (8, 2).

San Buenaventura dice bien: La finalidad de toda ciencia es demostrar cuán razonable es la fe; es dar gloria al Creador y sólido fundamento a la ley moral. (De reductione artium ad Theolog., núm. 26.) Lo cual significa que el hombre sabio es al mismo tiempo hombre de fe. El que obedece la ley de Dios y todo lo dirige a su gloria da testimonio de la palabra bíblica: "Initium sapientiae timor Domini".

Queridos hijos: Colocados en esta senda proseguid con decisión, con ánimo y amor. No os faltarán las gracias celestiales para saber perseverar y las consolaciones terrenas para corresponder mejor a la vocación propia de cada uno.

Hoy, que los ojos se han encontrado y hemos podido poner nuestro corazón junto al vuestro, elevamos con vosotros la acción de gracias a Dios por lo que ha hecho en vuestro Instituto y por su medio en los primeros cien años de su vida, y dirigimos un pensamiento lleno de reconocimiento a los superiores y profesores del tiempo pasado y del presente sin hablar de vuestros padres, que han hecho posible la consolidación del "Heimschule Lender".

Señor Cardenal: Ha sido un bello gesto el suyo al acompañar hasta aquí a estos queridos jóvenes. A usted y a todos, así como a las familias de cada uno, ofrecemos votos paternales de alegría y de verdadera prosperidad. La Bendición Apostólica pone un cordial punto final a esta reunión de la segunda fiesta de Pentecostés que renueva el jubiloso "alleluia" de la gran solemnidad y todavía hace resonar en los corazones el primer eco de la aparición oficial de los Apóstoles en las plazas de Jerusalén para comenzar desde allí aquel "eritis mihi testes" que es compromiso y estímulo para todo buen católico de toda edad y de toda procedencia.


* Discorsi Messaggi Colloqui del Santo Padre Giovanni XXIII, vol. IV, pp. 351-354.

 

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