RADIOMENSAJE DEL SATO PADRE PABLO VI
CON MOTIVO DE LA SEMANA MUNDIAL DE LA RADIO
Martes 8 de octubre de 1963
Queridos hijos:
Gustosamente respondemos a la amable invitación de Radio Lausana, y nos dirigimos a vosotros con motivo de la Semana Mundial de la Radio.
Pensamos, en primer término, en los hijos del noble pueblo suizo, cuyas virtudes hospitalarias apreciamos desde hace muchos años, y deseamos evocar muchos dulces recuerdos y rostros amigos de esta nación que tiene por vocación estar en el corazón de Europa como un lazo de unión entre los pueblos. La armonía de los paisajes, la sociabilidad de sus habitantes y su ardor en el trabajo, que ha sabido utilizar los recursos naturales para hacer de este bello país un verdadero hogar acogedor y tranquilo; Nos guardamos de ello un recuerdo fiel y siempre agradecido.
Y ¿cómo no destacar, queridos hijos, el noble ejemplo que dais en vuestra pacífica coexistencia entre comunidades de expresión diferente en verdad, pero unidas por un común amor a la libertad y al ideal democrático, respeto a vuestras tradiciones y a vuestras libres instituciones, progreso ordenado dentro de la satisfacción de las justas exigencias de los ciudadanos, sentimientos de fraternidad para con los demás pueblos y de ayuda para los que están en vías de desarrollo?
Nos es grato destacarlo por medio de Radio Lausana en el marco de la Semana Mundial de la Radio. Porque las técnicas audiovisuales pueden hacer mucho en pro del acercamiento de todos los hombres de buena voluntad, permitiéndoles conocerse mejor y apreciarse más.
Nuestro voto es que los medios modernos de difusión puedan ayudar a este verdadero progreso de una mayor fraternidad entre los hombres, cuyo brillante programa ha trazado la encíclica Pacem in terris, de nuestro inolvidable predecesor. Que todos vosotros os esforcéis en hacer cada vez más perfecto y más cristiano vuestro medio de vida. Contribuiréis de esta forma, con la verdad, la justicia, la caridad y la libertad a construir un mundo pacífico. Esta es la intención que Nos mueve a invocar la ayuda del Todopoderoso, y a concederos, a vosotros en primer término, queridos hijos de Suiza, y luego también a todos los que están en el mundo a la escucha de nuestras palabras, una especial bendición apostólica.
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