DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL DE CAPELLANES Y RESPONSABLES DE LOS GITANOS

Jueves 27 de febrero de 1964

Nos sentimos dichosos de recibiros hoy en nuestra casa, queridos hijos participantes en el primer congreso internacional de capellanes y responsables de los gitanos. Ya vuestro celoso presidente, el querido monseñor Bernardino Colin, obispo de Digne, nos ha hecho llegar telegráficamente el homenaje de vuestros deferentes sentimientos de adhesión y hemos sabido con satisfacción que habíais decidido reuniros por primera vez con su eminencia el cardenal Carlos Confalonieri, secretario de la Sagrada Congregación Consistorial.

Pues bien, os felicitamos cordialmente por el apostolado que desarrolláis con un gran interés pastoral en favor de todos los transeúntes. Con su contacto, estamos persuadidos, que comprenderéis mejor algunos valores ciertamente evangélicos, que los gitanos estiman con más calor que el resto de los hombres. Antes que ellos, el patriarca Abraham recibió la orden de emprender el camino, y durante esta migración obtuvo de Dios el don de una fe ejemplar; también el pueblo de Dios fue viajero durante más de cuatro siglos antes de establecerse en la tierra prometida, son sólidas tradiciones y una confianza total en Dios; la Sagrada Familia, también con una obediencia ejemplar, tuvo que emprender el camino del exilio para salvaguardar la vida del Niño Jesús. Fe ejemplar, desarraigo del mundo, obediencia y confianza absoluta en Dios; éstas son las virtudes que en grado elevado encontraréis en vuestras ovejas y sobre las que podéis apoyar útilmente vuestro ministerio.

Nuestros alientos paternales os acompañan en vuestra acción pastoral. También invocamos una gran abundancia de favores divinos para vuestros trabajos, para vuestras personas, queridos hijos, sin olvidar a todos aquellos a quienes os dedicáis sin tasa, y os impartimos una especial bendición apostólica.