DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL PRESIDENTE Y DIRIGENTES DEL COMITÉ JUDÍO AMERICANO
Sábado 30 de mayo de 1964
Señores:
Os damos las gracias por vuestra visita y acogemos con deferente atención las palabras que nos dirigís.
Escuchamos complacidos los propósitos que nos manifestáis “para salvaguardar el patrimonio religioso y cultural de todo el pueblo y los derechos del grupo a desarrollar los valores humanos que Dios les ha concedido, libres de presión y discriminación”.
Nos llena de alegría la ocasión que nos ofrecéis para confirmar lo que ya es del dominio de todos sobre la postura de la Iglesia católica, y en particular de la Santa Sede, con relación a los judíos.
Vuestro nombre presenta diversos problemas que Nos considerarnos con serena atención.
1. El racial, en primer término; y a este respecto repetirnos los votos que nuestros venerados predecesores, en múltiples circunstancias, han expresado; es decir, que no sea para vosotros ni para ningún grupo étnico motivo para sufrir postración en los derechos humanos, que cualquier civilización digna de este nombre no puede dejar de reconocer.
2. El político, sobre el que no nos corresponde pronunciarnos, especialmente en este momento, aunque siempre deseamos que tenga soluciones justas y pacíficas, tanto por las poblaciones, que ya han soportado muchas pruebas y sufrimientos, como por los intereses que la Iglesia católica y las demás Iglesias cristianas pueden tener y que no se pueden menospreciar.
3. El religioso, que mayormente nos interesa y que ofrece las razones de nuestra particular consideración por la tradición religiosa judía, a la que está vinculado el cristianismo, sacando de ella esperanza de unas leales relaciones y de un futuro feliz.
Al paso que una vez más deploramos las horribles vejaciones de las que en los últimos años han sido víctimas los judíos, os auguramos toda clase de bienes divinos, que pedimos para vosotros y para todos nuestros seres queridos.
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