DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LOS CORRESPONSALES DE LA PRENSA,
RADIO Y TELEVISIÓN
Lunes 8 de febrero de 1965
Señores y amigos:
Nos alegramos de poderos recibir a vosotros, periodistas del mundo latinoamericano que en vuestro recorrido por Europa habéis querido rendirnos esta visita. La manifestación de Nuestro gozo, que brota con sinceridad espontánea del alma a los labios, se desdobla en estos pensamientos que os vamos a exponer con sencillez.
Para Nos, a quien el servicio de la Santa Sede ha tenido en contacto vital, emocionado, frecuente con el mundo de la prensa, vuestra presencia es tema de recuerdos, materia de reflexión, motivo de satisfacción y ejercicio de amistad. El Papa - sabedlo y decidlo - es buen amigo vuestro. Lo dijimos cuando a los pocos días de Nuestra elevación al Pontificado recibimos a los corresponsales de la Prensa, Radio y Televisión. Trato de preferencia creemos haberles dado también en el pasado viaje a Bombay. Y es que la Iglesia no puede ni quiere desinteresarse de la prensa, pues comprende bien que ella es instrumento de difusión de su doctrina, medio de educación popular, arma para la defensa de sus derechos.
El tema ha tenido puesto importante en la agenda de este Concilio, y fruto de un Decreto Conciliar es la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales.
El segundo pensamiento se refiere a vuestra profesión misma. No hay tiempo para exponeros, aunque solo sea en síntesis - y tampoco lo necesitáis - la naturaleza del periodismo, ni para desentrañar la temática de la deontología moral de vuestra profesión en cuanto ella crea, forma y orienta lo que se ha llamado «cuarto poder»: la opinión pública. Mas vuestra condición de periodistas latino-americanos Nos incita a pediros un favor: decid a vuestros respectivos Países el interés de la Santa Sede por su promoción y desarrollo, pero en este mensaje insistid en la esperanza que la Iglesia tiene de que en el salto de gigante que a muchas de vuestras naciones les toca dar, de las trasformaciones a que ellas se ven sujetas en los campos de la vida profana, salga robustecida, siga en su eficacia vital la fe católica.
Una consideración final. Al recorrer diversos Países de Europa, con el sentido de finos observadores que os distingue, habréis, sin duda, captado ángulos desconocidos de visión, tálvez hayáis corregido apreciaciones, seguramente habréis enriquecido vuestro caudal de experiencia y habrán surgido vínculos nuevos de amistad. Es bien sabido como en nuestro siglo, en virtud del sorprendente desarrollo de las técnicas de comunicación y de información, y por el nuevo modo de vivir las gentes en aglomerados colosales, se multiplican las posibilidades de influenciar la opinión pública en modo casi simultaneo creando juicios que pueden ser vividos no ya solo como raciocinio sino en clave de voluntad operativa, dinámica y aun pasional. Pues bien; Nuestra invitación no es otra que la de exhortaros a usar siempre de este medio formidable, como de propaganda de la verdad, propaganda que de arte se convierte en técnica en nuestro tiempo. Que sea además vuestro periodismo instrumento de caridad y amistad entre los pueblos. La verdad hace libres a los hombres; la caridad los hará hermanos.
A vuestros ideales y a vuestra profesión al servicio del bien, a vuestras familias y a vuestras naciones, a vuestras personas sobre todo va dirigida Nuestra afectuosa y cordial Bendición.
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