DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL NUEVO EMBAJADOR DE BOLIVIA
ANTE LA SANTA SEDE*
Jueves 16 de julio de 1970
Señor Embajador:
Con sincero aprecio y gratitud hemos escuchado las deferentes expresiones que Vuestra Excelencia acaba de dirigirnos al presentar las Cartas Credenciales que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Bolivia ante la Santa Sede.
En sus nobles palabras de adhesión a nuestra persona y a los altos ideales de paz y de progreso, que son argumento constante de nuestra preocupación pastoral, reconocemos complacido las cristianas aspiraciones y los sentimientos filiales de nuestros amadísimos hijos de la Nación Boliviana.
Esas aspiraciones, que tienen por objeto el armónico desarrollo de los individuos y de las comunidades, en sus vertientes espiritual, moral y social, están hoy día particularmente presentes en la acción pastoral de la Iglesia como un aliciente y un compromiso de fraternidad; y confiamos en que, con la colaboración de cuantos sienten el hambre y la sed de la justicia, puedan ser realizadas en un ambiente de serenidad y de concordia.
Por eso la Iglesia no puede menos de ver con íntimo gozo los esfuerzos que en este sentido se están realizando en vuestra Patria, y ella, según las características de su misión divina, estimula, orienta y coopera poniendo al servicio de todos los hombres la fuerza moral de su doctrina, el trabajo decidido de sus hijos y la colaboración de sus instituciones, y erigiéndose, como ya lo hiciera su Fundador, defensora y protectora de los más necesitados.
Con particular interés hemos escuchado, Señor Embajador, su referencia a los planes de alfabetización en los que es siempre posible a la Iglesia ofrecer una especial ayuda. De hecho en vuestro País ya los primeros sacerdotes que llegaron llevaban la preocupación de que la luz y la predicación del Evangelio fueran a la vez semilla de cultura y de progreso, y ellos contribuyeron decididamente a que los centros de instrucción bolivianos fueran considerados entre los más importantes del Continente americano.
Esta gloriosa tradición es hoy un estímulo y una esperanza, que nos obliga a confiar en fecundas realizaciones y nos permite atisbar nuevos horizontes de cristiano progreso para tantos hijos nuestros de la amadísima Nación Boliviana.
Mientras le expresamos, Señor Embajador, la más cordial bienvenida y le formulamos los mejores votos para el feliz cumplimiento de su alta misión, nos complacemos en invocar sobre su persona, sobre el Excelentísimo Señor Presidente y el Gobierno de su País, y sobre todo el dilectísimo Pueblo Boliviano, copiosas y escogidas bendiciones divinas.
*AAS 62 (1970), p.533-534.
Insegnamenti di Paolo VI, vol. VIII, p.728-729.
L’Attività della Santa Sede 1970, p.329-330.
L'Ossertavtore Romano 17.7.1970, p.1.
L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.29 p.11.
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