DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL EMBAJADOR DE TANZANIA ANTE LA SANTA SEDE *
Lunes 2 de octubre de 1972
Nos complace daros la bienvenida y recibir las Cartas Credenciales que os acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Unida de Tanzania ante la Santa Sede. Os agradecemos los buenos deseos que nos habéis expresado en nombre de vuestro Presidente, Su Excelencia Julius K. Nyerere, y de toda la población de vuestro país.
Apreciamos también mucho vuestras amables palabras en relación con nuestros esfuerzos en favor de la paz. La paz es nuestra preocupación constante, y, en unión con todos los hombres de buena voluntad, lamentamos su ausencia en tantos lugares del mundo. Pero nunca debemos olvidar que en la raíz del conflicto y de la violencia hay muchas veces una historia de injusticia. Por eso hemos dedicado tanta parte de nuestros esfuerzos a combatir todo género de injusticia.
Habéis hablado amablemente de la contribución de la Iglesia al desarrollo socioeconómico del hombre. Nosotros os aseguramos que la Iglesia seguirá manteniendo su compromiso de trabajar para que los hombres y mujeres de todas partes se vean libres de las injusticias y opresiones que les impiden alcanzar la plenitud que corresponde a su dignidad de seres humanos. Este compromiso se manifiesta más concretamente en iniciativas emprendidas por cuenta de las naciones desarrolladas.
La Iglesia prolonga la misión de Cristo, cuya preocupación por el bien espiritual del hombre se desbordó en actos de compasión y de amor hacia el hambriento, el pobre y el enfermo. A imitación de su Señor, los seguidores de Cristo buscan directamente ayudar a los hombres y mujeres de todas partes a liberarse de las condiciones que amenazan desdibujar en ellos la imagen de Dios.
Pero debemos esforzarnos también para que las mentes y los corazones de los hombres se percaten de la importancia de trabajar en favor del desarrollo. Esperamos y pedimos un mayor convencimiento y dedicación a esta tarea por parte de todos, pero especialmente de los ciudadanos de las naciones más ricas.
Al expresar el firme propósito de la Iglesia de ayudar al progreso económico y social del hombre, queremos ofrecer a vuestro Gobierno y a vuestros conciudadanos la seguridad de nuestras oraciones y buenos deseos por el éxito de vuestros esfuerzos para conseguir un bienestar, que tenga en cuenta no sólo las necesidades materiales del hombre, sino también sus necesidades como ser espiritual y social.
Cordialmente invocamos sobre vuestro Presidente, sobre vuestro Gobierno y sobre todo el querido pueblo de Tanzania la orientación, la fuerza y la sabiduría de Dios omnipotente y, por lo que toca a vuestra persona, os expresamos nuestros especiales votos por el pleno éxito en el cumplimiento de vuestra misión.
*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.41 p.10.
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