DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA MUNDIAL
SOBRE EL FUTURO DEL HOMBRE*
Jueves 27 de septiembre de 1973
Nos produce una gran alegría encontrar hoy los participantes en la Special World Conference on Futures Research (Conferencia mundial sobre el futuro del hombre) y agradecer al presidente sus benévolas palabras. Hacemos extensivos Nuestros expresivos saludos a todos vosotros.
Nos estamos al tanto del tema general de la Conferencia: el estudio del hombre y de su futuro, con especial atención a los problemas que afectan al hombre en su naturaleza específica. problemas que, por esa misma razón, son difíciles y delicados. Como especialistas y sociólogos cualificados, estáis capacitados para ofrecer a las generaciones venideras unas perspectivas autorizadas de desarrollo, y para contribuir al mejoramiento de la vida humana. Después de haber examinado en otras ocasiones los diversos aspectos del futuro del hombre – económico, demográfico, cultural, tecnológico, etc.–, esta vez dirigís vuestra atención a los valores que el hombre como ser racional, lleva dentro de sí mismo y que intenta realizar plenamente.
En este campo, la Iglesia, como portadora de una doctrina transcendente y revelada tiene, ciertamente, algo que decir. Ella posee ya una doctrina relativa al futuro y a las últimas realidades, la ciencia de la escatología, y anima continuamente a sus hijos a estudiar las verdades sublimes que tal doctrina contiene, de manera que puedan así prepararse para el encuentro final y decisivo con el. Creador. La escatología, sobre todo, se ocupa de un futuro que está más allá del espacio y del tiempo. Vuestros estudios, en cambio, se centran en torno al desarrollo de este mundo presente. Sin embargo, no hay contradicción entre las dos formas de investigación: de hecho, la propia Iglesia es profundamente consciente de los problemas del futuro temporal y terreno. Por razón de su experiencia, que se extiende a dos mil años en el pasado, ella también es experta en humanidad, por eso desea estar presente en esta rama de la investigación. Naturalmente, no puede ofrecer soluciones técnicas a los problemas, pero, cuando se trata del hombre como portador de valores morales y espirituales, alienta de buen grado a los científicos que trabajan por el desarrollo del hombre en el futuro, Así, pues, Nos os alabamos por vuestra entrega a la búsqueda de un futuro mejor y más humano. Esta búsqueda comprende ciertos sectores de interés especial.
En primer lugar; la personalidad humana: parece esencial hoy en día considerar esa personalidad no en oposición sino en coordinación con el progreso técnico. Esto contribuirá a un desarrollo más pleno y armónico del hombre, que debe ser ayudado a llevar a cabo la plenitud de sus potencialidades sicológicas y espirituales, como individuo y en el contexto de la familia.
En segundo lugar, las naciones, especialmente las naciones en desarrollo: deben ser respetadas y se les debe dar ayuda efectiva para su pleno florecimiento; y esto también con vistas a salvaguardar ese otro valor transcendental humano: la paz.
Finalmente, el problema de la defensa del ambiente humano, que se encuentra cada día en mayor peligro. La tierra que el Creador entregó al hombre en custodia debe ser un lugar donde se pueda vivir, una morada digna para toda la sociedad humana.
Nos sabemos que estos puntos, a los que Nos hemos aludido rápidamente, forman ya parte de vuestro programa de investigación. Nuestros mejores deseos van hacia vuestro trabajo, animoso y de largas miras. Sois pioneros y estáis abriendo nuevos caminos a las generaciones futuras. Nos no dudamos que vuestro empeño será fructuoso y apreciado y Nos invocamos para vuestros trabajos los abundantes favores de Dios Todopoderoso.
*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.40, p.1, 2.
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