DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LA DELEGACIÓN ESPAÑOLA PRESENTE
EN LA CANONIZACIÓN DE LA BEATA TERESA JORNET
Lunes 28 de enero de 1974
Excelentísimos Señores,
Con el ánimo todavía rebosante de gozo por la intensa emoción vivida en la jornada de ayer, nos complacemos en recibir vuestra deferente visita, que nos hace más cercana la devoción y el afecto de todos nuestros amadísimos hijos españoles.
Este encuentro se nos hace particularmente grato por varios motivos. En primer lugar porque, como miembros de la Misión Extraordinaria -con la que han querido estar oficialmente presentes, en los actos de la canonización de Santa Teresa Jornet, el Jefe del Estado y su Gobierno- representáis dignamente una Nación, cuyas virtudes y nobles sentimientos reconocemos y apreciamos. Ya tuvimos ocasión ayer de manifestaros el afecto de toda la Iglesia y el Nuestro propio por vuestra Patria. De ella, de sus hijos, en quienes es congenial su vinculación a esta Sede Apostólica, esperamos siempre la constancia y entrega a los valores del espíritu para edificación de una sociedad, siempre unida y solidaria en la fe y caridad cristianas.
Nos agrada constatar también que vuestra Misión está integrada por Altas Personalidades que sienten un especial cariño hacia la obra de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. No deja de ser un símbolo de la simpatía que todos los españoles, entidades oficiales y personas particulares, tienen por esta tarea caritativa tan singular. Ello hace honor al sentido cristiano del Pueblo español y fomenta el espíritu de caridad dentro de la comunidad civil.
Como Padre de todos, queremos recoger en nuestra voz el agradecimiento de los pobres y ancianos hacia las Hermanitas y en particular hacia su Fundadora. Que ella acompañe siempre los anhelos espirituales y los deseos de progreso de todos nuestros hijos de la amada España, sobre la que invocamos las mejores bendiciones divinas.
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