DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL NUEVO EMBAJADOR DEL ECUADOR
ANTE LA SANTA SEDE*
Lunes 9 de diciembre de 1974
Señor Embajador:
Nos complacemos en darle nuestra cordial bienvenida en este acto de presentación de las Cartas que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Ecuador ante la Santa Sede. Desde ahora queremos asegurarle nuestra benevolencia y nuestro apoyo para el desempeño de su alta misión.
Las palabras que acabamos de escuchar reavivan en Nos el recuerdo de nuestros queridos hijos ecuatorianos, cuyas virtudes humanas y profunda fe conocemos y apreciamos de veras. Y aceptamos con particular agradecimiento el testimonio de respeto y afecto que Vuestra Excelencia, haciéndose intérprete de los sentimientos de su pueblo, nos ha querido manifestar.
Vuestra Excelencia ha aludido a nuestra tarea en favor del desarrollo de los pueblos y a nuestra preocupación por despertar en la conciencia de los hombres un sentido responsable de solidaridad, que haga posible la participación de todos en el bienestar. Nuestras reiteradas llamadas no son sino el eco del sincero deseo de la Iglesia de avanzar juntamente con la humanidad y actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios (Cfr. Gaudium et Spes, 40).
Se trata de un programa de salvación integral, que nos anima a seguir proponiendo los objetivos de un auténtico desarrollo, el cual va desde la satisfacción conveniente de las necesidades individuales y sociales hasta la posesión de aquellos valores culturales, morales y espirituales que dan verdadero sentido y profundidad a la vida del hombre (Cfr. Populorum Progressio, 21).
Siguiendo nuestra misión de Pastor universal de las almas, no dejaremos nunca de invitar a todos los hombres de buena voluntad, y a los cristianos en particular, a emprender una acción solidaria, libre de egoísmos, que permita crear las condiciones necesarias para que todos sin distinción puedan alcanzar el bienestar que les corresponde, premisa indispensable para la paz. Una paz que debe construirse día a día, mediante la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres (Cfr. Populorum Progressio, 76).
La Iglesia en El Ecuador, bajo la guía de sus Pastores, seguirá poniendo su empeño al servicio de estos ideales. Y esperamos que el dinamismo evangélico de tantos sacerdotes, religiosos y religiosas que dedican su vida a los demás en obras de asistencia, de promoción y apostolado seguirá siendo apreciado y secundado por todos para dar un sentido cada vez más humano y cristiano a los hombres y a la historia del País.
Señor Embajador: al desearle un feliz cumplimiento de la misión que le ha sido confiada por el Excelentísimo Señor Presidente del Ecuador -cuyo saludo agradecemos- le rogamos trasmita el nuestro a las Autoridades y a todos nuestros amados hijos del Ecuador, sobre quienes invocamos abundantes bendiciones divinas.
*AAS 67 (1975) p.38-39.
Insegnamenti di Paolo VI, vol. XII, p.1255-1256.
L’Attività della Santa Sede 1974, p.395.
L'Osservatore Romano, 10.12.1974, p.1, 2.
L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n°50 p.7.
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