DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL COLEGIO DE DEFENSA DE LA OTAN*
Lunes 2 de febrero de 1976
Señoras y señores:
Os saludamos con alegría al concluir vuestra estancia en Roma y dar término al ciclo de estudios que aquí habéis realizado. Vuestra presencia en esta ciudad, cargada de historia, de arte y de espiritualidad, obedecía a un fin muy particular, pero nos alegramos de que vuestra permanencia haya coincidido en gran parte con la celebración del Año Santo.
La concepción superior y original de la existencia propia de la vida cristiana se ha expresado en toda su profundidad en este proceso de reconciliación con Dios y con el prójimo, y ha demostrado que este ideal es accesible a todos. La multitud de fieles venidos de todo el mundo para testimoniar su fe y su unidad en torno al Sucesor de Pedro ha evidenciado que el Evangelio es con frecuencia la única esperanza de los pobres.
Sí, para asegurar de modo perdurable los beneficios de la paz es importante que nos apoyemos en los principios espirituales. Pero quizás todavía no han sido tomados en consideración de forma suficiente. Porque los antagonismos parecen agudizarse en un mundo que, para desgracia de los pobres, está entregado a la dureza sin escrúpulos de las voluntades de poder y de todos los egoísmos económicos. Por eso, también vosotros en vuestra esfera de actividad propia debéis contribuir a garantizar la paz. Sabemos que éste es también vuestro deseo. Os felicitamos por ello y con estos sentimientos pedimos al Señor que os bendiga a vosotros y a vuestras familias.
*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.8, p.11.
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