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DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LOS MISIONEROS DEL ESPÍRITU SANTO

Miércoles 27 de abril de 1977

 

Amadísimos hijos,

Es para Nos motivo de gran gozo y de particular complacencia recibiros en esta Audiencia a vosotros, miembros de la Curia General de los Misioneros del Espíritu Santo, presididos por vuestro Superior General, el Padre Manuel Castillo.

Sabemos que es la primera vez en la historia de vuestro Instituto que toda la Curia General se desplaza a Roma para tener un contacto directo con Nos, con los Organismos de la Santa Sede y con otros Institutos religiosos o eclesiásticos. Os felicitamos por esa oportuna iniciativa y formulamos ardientes votos para que estos contactos refuercen vuestra conocida cercanía y fidelidad a la Sede Apostólica, amplíen vuestro sentido eclesial y vuestro deseo de fraterna colaboración con cuantos entregan sus energías a la causa de Cristo y de la Iglesia.

Todo ello dentro de una renovada conciencia y estima de vuestro específico carisma fundacional.

Tenéis, amados hijos, un hermoso ideal a seguir. La tarea de ayudar a los demás a buscar una plenitud de vida cristiana, y particularmente de ayudar a las almas consagradas en el sacerdocio y en la vida religiosa, es una misión de gran actualidad a la que debéis entregaros con creciente alegría y entusiasmo.

Para poder ser buenos instrumentos de Dios, llenad vuestro espíritu al contacto con la Palabra revelada, con las enseñanzas de la Iglesia, de la liturgia y de las sanas fuentes de la espiritualidad.

Os alentamos a continuar con redoblado empeño en ese importante cometido, en el que os acompañamos con nuestra plegaria y con nuestra paternal Bendición Apostólica para todos y cada uno de los miembros de vuestro Instituto.



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