DISCURSO DEL SANTO PADRE PÍO XII
A UNA DELEGACIÓN RENFE-
RED NACIONAL DE FERROCARRILES ESPAÑOLES*
Martes 17 de mayo de 1955
Con el testimonio de Nuestra consideración, al mismo tiempo que con las demostraciones de Nuestro afecto paternal, queremos acogeros hoy —oh señores, altos Jefes e Ingenieros de la RENFE— que habéis llegado a la Eterna Ciudad fraternalmente invitados por vuestros colegas italianos. Y hay precisamente en esta razón de vuestro viaje un matiz tan grato a Nuestro corazón de Padre común, que no hemos querido dejarlo pasar, en Nuestro constante deseo de ver triunfar entre los hombres el amor y la caridad fraternal y cristiana.
Consideración hemos dicho, y bien ciertos estamos de que habéis comprendido el sentido de Nuestras palabras. El agudo ingenio y la tenacidad inteligente de vuestro pueblo nunca han dejado de manifestarse, precisamente en vuestra especialidad; y si no fuera jugar con las frases hechas, diríamos casi que bien lo ha demostrado en el mar, en la tierra y en el cielo, dejando allí escritos los nombres de un precursor como Isaac Peral, un admirable inventor como Torres Quevedo y un talento lleno de intuiciones como Juan de la Cierva. Y, ¿no es acaso por los anchos carriles de las líneas españolas por donde, hoy mismo todo los días se desliza vuestro «Talgo», el novísimo tipo de tren que, según el parecer de los técnicos, contiene la solución, ágil y sencilla, de muchos viejos problemas?
Vosotros. sin embargo, conocéis perfectamente las dolorosas consecuencias que en vuestro campo ha producido primero una guerra cruel y luego una situación internacional de inevitables repercusiones en el campo de la industria; contra esto lucháis y vuestro esfuerzo va cuajando en una serie de mejoras, como las que se han publicado estos mismos días. Adelante por este camino y ojalá que en él, como en todos los demás, la generosa cooperación de otros pueblos hermanos os pueda servir de poderosa ayuda para conseguir ofrecer al pueblo español el servicio que vosotros deseáis. demostrando así que la solución de los problemas que aquejan al mundo no esta en la división sino en la unión, no en la mutua ignorancia sino en la mutua comprensión, no en el odio sino en el amor.
Una red ferroviaria es algo así como un torrente circulatorio que lleva a todos los miembros, a todos los tejidos, a todas las células el alimento, el calor y la vida; cuando se asoma a las fronteras y de modo eficaz se pone en contacto con las redes vecinas, es como si esa misma vida se distribuyera por todo un cuerpo mucho mayor, mucho más amplio; como si se distribuyera por toda la humanidad. Trabajar en este campo debéis considerarlo como un honor; dedicarle vuestros sacrificios debéis considerarlo como un sagrado deber. Por vuestros cargos además estáis continuamente en contacto con grandes grupos obreros, que esperan de vosotros buen ejemplo, sentido paternal, justo reconocimiento de sus legítimos derechos y ese tono de fraternidad y acercamiento que es inherente en todo buen cristiano.
Por muchos motivos, pues, merecéis una especial Bendición Nuestra, que queremos otorgaros, generosa y amplia, para vuestros trabajos e intenciones, para vuestras familias, para todos los ferroviarios españoles y para toda esa querida España, que el Vicario de Cristo con tanto placer siempre bendice.
* Discorsi e Radiomessaggi, vol.XVII, págs, 93-94.
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