DISCURSO DEL SANTO PADRE PÍO XII
A UN GRUPO DE SACERDOTES Y ALUMNOS
DEL «CONVICTUM SANCTI EUGENII» DE VALENCIA*
Jueves 16 de junio de 1955
El grupo de sacerdotes, alumnos del « Convictum Sancti Eugenii », de la insigne archidiócesis de Valencia, no ha querido terminar su año de preparación inmediata para el ministerio sacerdotal, sin recibir la Bendición del Vicario de Cristo y escuchar de sus labios paternales una palabra de orientación y de aliento,
De entre las muchas obras, que hacen ilustre vuestra famosa archidiócesis —hijos amadísimos, sacerdotes valencianos— es bien posible que no haya otra de tanta trascendencia, como aquella a cuya sombra habéis pasado todo el presente curso. El progreso humano en todos los ramos del saber, la creciente difusión de la cultura en el seno de la sociedad, la especialización característica de nuestros tiempos, la, exigencia de emplear mejor las fuerzas cuando apenas llegan a cubrir las primeras necesidades y hasta el decoro del ministerio apostólico en un época en que todo se pesa y se mide con critica exigente —sin hablar de ese impulso que lleva a la Iglesia a desear siempre lo mejor, para corresponder a su vocación altísima— ha dado vida a estos centros de formación, donde los noveles ministros del Señor se puedan preparar para el apostolado que les aguarda en el futuro.
Dad gracias a Dios, hijos amadísimos, por esta, nueva manifestación de su bondad para con vosotros y procurad corresponder mañana como de vosotros se espera. Y si habéis de ser dignos de una archidiócesis, que cuenta entre sus pastores un Santo Tomás de Villanueva o un Beato Juan de Ribera; si habéis de satisfacer los anhelos pastorales de vuestro dignísimo Arzobispo, afortunado creador de vuestro «Convictum»; si habéis de estar a la altura de lo que vuestra patria necesita de vosotros, mucha ha de ser vuestra caridad, mucho vuestro celo sacerdotal, mucho vuestro amor al pobre y al humilde, mucho vuestro espíritu de sacrificio y vuestra unión con Aquel de quien todo bien procede.
Una Bendición, pues, para vuestro Convictorio, para vuestro celosísimo Prelado, para vuestro Director, aquí presente, para la perla del Turia, para toda la risueña región levantina y para toda la amadísima España. Pero una Bendición especial para vuestro futuro apostolado, para todas y cada una de aquellas almas que estáis llamados a llevar al Señor y para todos vuestros proyectos y aspiraciones en su favor. Que la Virgen de los Desamparados os proteja y os acompañe y que Nuestro Santo Patrón, también de vuestro Convictorio, haga de él un jardín fecundísimo de la más alta santidad sacerdotal.
* Discorsi e Radiomessaggi, vol.XVII, págs, 141-142.
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